Por Xavi Pons
Este es un tema que preocupa mucho a los padres. Todos sabemos que las compañías influyen en el comportamiento de una persona, sobre todo si es un adolescente que está en proceso de maduración. A estas edades, las precauciones deben ser extremas. Todos conocemos casos de jóvenes intachables que, por una etapa de libertad mal entendida, desvían sus pasos hacia otro camino por la influencia de otra persona, normalmente de edad similar, que en muchos casos, escapa al control de sus padres. Esta etapa de “desfase” en muchas ocasiones es algo temporal y en muchas ocasiones, se vuelve al estado anterior. Otras veces, el comportamiento se vuelve permanente.
¿Qué podemos hacer los padres para evitar la influencia de las malas compañías sobre nuestro hijo?
La frase “ha cambiado desde que va con Fulanito” es muy conocida y utilizada, sobre todo por los padres de un adolescente. En ocasiones este cambio de actitud o personalidad se hace evidente en casa. En otras ocasiones, este cambio no se hace evidente, donde mantiene la normalidad a ojos de los demás miembros de la familia, pero se muestra en todo su apogeo fuera de los límites familiares, en la calle, con sus nuevos amigos, con otras personas ajenas al entorno familiar. Por eso, muchas veces, cuando los padres se enteran por boca de un amigo, vecino e incluso, algún agente de la policía, la actitud de los padres es de escepticísmo, incredulidad e incluso llegan a decir eso de: “Eso es imposible. Mi hijo no ha sido. Habrán sido sus amigos, que lo han liado”.
En un caso concreto, incluso mostrando a los padres el vídeo donde se veía claramente a su hijo agrediendo y pateando a otros niños en la puerta de un colegio, donde les robaban el dinero que llevaban encima, los padres todavía eran capaces de negar la evidencia.
Como educador, son muchas las ocasiones en las que me hecho estas preguntas. Y que ahora le remito a usted:
– ¿Alguna vez se ha parado a pensar que el comportamiento de su hijo, fuera del entorno familiar, puede ser distinto al que cree conocer?
-¿Ha intentado enterarse de quiénes son las compañías de su hijo y qué hace cuando está con ellas?
– Si antes tenía su círculo de amigos, ¿por qué lo ha abandonado?
– ¿Cómo se llega a un cambio de actitud tan radical y a qué es debido?
– Y, por último, ¿qué puede hacer si sus amigos no te parecen los más adecuados?
Empecemos por el principio. Los adolescentes, en plena ebullición de las hormonas, son muy influenciables a ciertos comportamientos que les pueden parecer prohibidos, sencillamente porque están buscando su independencia, su personalidad, su forma de ser, y eso les hace experimentar con todo tipo de cosas, probar nuevas amistades, experimentar con drogas, alcohol, sexo… por eso, los hijos estan muy expuestos a los peligros, a pesar de que la vigilancia de los padres sea estrecha. Tengamos presente que cuanta mayor sea la vigilancia, más ansia tendrán de independencia y de libertad. Así es la vida y la naturaleza humana. ¿Cómo se llega de tener un buen grupo de amistades a compartir el tiempo con un joven de hábitos y actitudes completamente diferentes? ¿Cómo se llega a un cambio tan radical? Sencillamente se debe a un momento de crisis en la evolución del adolescente. No hay que alarmarse. Ocurre continuamente. Quiere experimentar cosas nuevas, conocer otros mundos, tener más libertad, ser más independiente… y todo eso responde al perfíl de aquellos estudiantes que no hacen los deberes, que traen las notas a sus padres con un gran número de suspensos y no reciben ningún cuestionamiento, que a las dos o las tres de la madrugada de un martes estan en la calle bebiendo y fumando, es decir, eso que desea experimentar un adolescente lo tienen aquellos jóvenes que no conocen límites y que han escapado al control de sus padres y actúan con total libertad, sin miedo a las consecuencias porque sólo piensan en vivir el momento.
En ocasiones la presión que ejercen sobre ellos sus compañeros, los reta a desafiar la autoridad y a demostrar que son capaces de romper todas las reglas a fin de lograr aceptación y «popularidad».
Existen casos extremos, cuando los amigos pueden ejercer una influencia tóxica, capaz de afectar negativamente al adolescente y dañar seriamente sus relaciones con la familia e, incluso, inducirlo a convertirse en delincuente.
Los padres siempre albergan dudas o inquietudes sobre los motivos o las formas que llevan al consumo de drogas o alcohol, a perder el interés por los estudios o a desarrollar comportamientos antisociales.
Los estudios sobre el comportamiento adolescente coinciden en que la mayor parte de sus acciones estan influídas por los movimientos sincronizados dentro de una dinámica de grupo, que a su vez, estan marcados por el comportamiento de uno o más líderes. Dicho de otra forma, con la pretensión de ser aceptado socialmente en el grupo, los adolescentes actúan igual que el resto del colectivo, que a su vez actúa como el líder o líderes del grupo, que suelen ser chicos de mayor edad o de mayor libertad de acción, que pueden hacer cualquier cosa sin que les cuestionen sus padres, que fuman, beben e incluso se ausentan de los estudios y que son vistos como ejemplo de libertad por los adolescentes. Estos líderes, en su mayoría proceden de familias marginales o desestructuradas -o en proceso de desestructuración-, en la que los padres no ejercen ningún control sobre los hijos puesto que su propia vida ya va a la deriva.
Preguntarse cómo ha llegado a entablar una relación con un grupo o un individuo poco recomendable tal vez sirva para algo, pero en la mayoría de los casos, los padres son los que más se culpabilizan, por no haber estado más pendientes de ellos y cosas así. Un experto en criminología y psicología reveló que ese tipo de preguntas no sirven de mucho, excepto para conocer la raíz del problema, que en ocasiones, resulta inútil. Estas cosas suceden de una forma o de otra. Es algo que no se puede evitar. Está escrito en nuestro ADN. Los adolescentes muchas veces reaccionan como uno nunca ha previsto, por lo que encontrarse con alguna sorpresa de vez en cuando forma parte de esa aventura que es educar a un adolescente.
Los adolescentes tienen dos etapas en las que son especialmente vulnerables. Una primera etapa es la que se da entre los doce, trece y catorce años en el caso de los chicos. En el caso de las chicas, esa etapa crítica comprende los once, doce y trece años, ya que su capacidad de maduración es más temprana que los chicos. En una segunda fase, esta etapa de crisis de personalidad y maduración viene determinada por las experiencias del individuo, por lo que no hay una edad establecida, aunque es muy frecuente que se de entre los diecisiete y veinte años, por eso de la mayoría de edad, y lo mismo sucede con las chicas.
Una vez que somos conscientes de este cambio de actitud, que insisto, es una etapa más de maduración de la personalidad del adolescente y por tanto, algo necesario, no conviene “encorsetarlo”, puesto que, de una forma u otra, el adolescente buscará rebelarse contra la autoridad para ser más libre y crearemos un conflicto mayor. Hay que darle libertad y confianza hay que tener cuidado de que las malas compañías ejerzan un control o un daño nocivo permanente. Con esto quiero decir que el alcohol, las drogas y el sexo, que ya forman parte de la vida cotidiana, deben estar perfectamente claras en la mente del adolescente sobre lo que significan, por lo que debe existir una información previa por parte de los padres o educadores de lo que supone su consumo o su práctica, y esa información debe haberse dado ya en momentos anteriores, a los diez, once e incluso doce años. Así, cuando llegue a ese momento de crisis, tendrá claro lo que significa cada cosa. Luego él hará lo que considere, y contra eso no podemos luchar. A veces, la vida es cometer errores. Soy de la opinión que a un hijo le debemos dar mucha información y dejarle vivir.
Salvador Ortega, experto en criminología afirma que “no resulta nada fácil enfrentarnos a estas situaciones para encontrar soluciones, pero no por ello hemos de abandonar. Tus inquietudes no van a remediarse dando la espalda, como tampoco van a desaparecer con actuaciones tiránicas de las de «ordeno y mando» o de las de «lo digo yo que soy tu padre…». Puedes encontrar el camino aplicando un conjunto de medidas que actúen en sinergia (trabajo en equipo para obtener un objetivo mayor del que se conseguiría trabajando por separado) y de forma complementaria. Se tiene que someter a un cuidadoso análisis el entorno del adolescente, tratar de conocer los caminos por los que transita y la presión que puede ejercer la pandilla sobre él”.
¿Qué podemos hacer cuando ese cambio de actitud empieza a poner en peligro el equilibrio familiar?
Una madre me contó en una ocasión que en este caso, la prevención era lo mejor que se podía hacer, así que cada dos o tres semanas, invitaba a sus amigos a tomar una hamburguesa, con el objetivo de controlar a las nuevas amistades de su hijo y así “depurar” a los elementos más dudosos o indeseables. Me aseguró que había sido madre de tres adolescentes y que aplicando ese método, había conseguido llevar con éxito a esos tres adolescentes a la edad adulta.
Hay muchas cosas que se podrían hacer para encauzar el rumbo a un adolescente en fase de crisis, cambio o maduración. Sin embargo, haré una lista de las cosas que No debemos hacer en caso de encontrarnos en esa situación.
– Intentar proyectar o imponer nuestros razonamientos hechos y acontecimientos que entendemos pudieran darse en base a nuestra propia experiencia. En realidad, este posicionamiento no es más que cariño, aunque un poco egoísta, protección mal dirigida, e inadecuada, que más que arreglar situaciones, origina tensiones que se traducen en mayores distanciamientos. Si esto llega, ten en cuenta que los primeros interlocutores de sus problemas van a ser sus amigos, con quienes pasan la mayor parte del tiempo y hablan su mismo lenguaje, con lo que, en vez de arreglar la situación habríamos provocado el efecto contrario por partida doble: un mayor distanciamiento con nuestro hijo y por el contrario, que este se sienta más próximo a sus nuevos amigos.
– Dar sermones. Los adolescentes odian los sermones porque consideran que estan intentando lavarles la cabeza y les estan diciendo lo que deben hacer.
– Dar ultimátums a los adolescentes. Eso nos llevará a perderles y que se refugien en sus nuevos amigos.
– Castigarles y evitar que se relacionen con sus nuevos amigos. Eso tal vez funcione al principio, pero al cabo de un tiempo, encontrarán la forma de comunicarse y hacer frente común al “régimen o dictadura” impuesto por los padres. Ese tipo de solución es un alivio a corto plazo, pero más adelante las relaciones familiares experimentarán un empeoramiento que en muchos casos, deriva en aislamiento.
– No prestar atención ni ayuda a los problemas de un hijo. Muchos padres pensarían “el se lo ha buscado, que se apañe”. Precisamente, cuando un adolescente tiene un problema, necesita la ayuda y la confianza de alguien, y nadie mejor que un padre y una madre. Sus nuevos amigos, sobre todo si son malas influencias, muy seguramente empeorarán la situación y si ven problemas en el horizonte, no dudarán de abandonar a nuestro hijo a su suerte.
En resumen, no hay mayor aventura que ser padre. Es cierto. El próximo jueves, Educación y Familia volverá con un nuevo tema de interés.
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3:39:31 am
Malas compañias!!!
yo si que se dtema, tuve «amigos» que casi me hunden del todo – escuchar y reoconocer la verdad son escenciales para evitar caer a un lugar del cual es dificil salir.
Hoy ya escojo más a mis amigos y trato de reconocer patrones del pasado, los cuales no quiero volver a repetir.
Mi familia, fue fundamental en todo este proceso – apoya y nunca abandones al que te necesita!!