Por Raquel Sánchez
Noa, Leo o Manuel han descubierto lo que es la «disciplina» educativa en la escoleta de Cas Serres. Sin rigidez, pero con unas rutinas que les dan seguridad. Ellos son algunos de los 14 niños de entre uno y tres años que participan en los talleres vespertinos organizados por el Institut per a l´Educació de la Primera Infància en este centro. Estos talleres, que se impartieron por primera vez el curso pasado, tienen lugar en todas las escoletes públicas de la isla. En ellos se pretende dar a los niños de menos de tres años que no están escolarizados y a sus familias una oportunidad de entrar en contacto con este tipo de centros. Los niños que se crían en casa pueden así relacionarse con otros pequeños de su misma edad, los padres intercambian experiencias con otras familias y averiguan cuál es el funcionamiento de las escoletes, qué hacen sus hijos allí cuando ellos no están, para valorar los posibles beneficios de la escolarización temprana de los pequeños.
Las escoletes desarrollan este tipo de jornadas los jueves, durante diez sesiones. La de ayer en Cas Serres era la sexta y allí estaban para recibir a las familias la directora del centro, Angels Noguera, la educadora Maribel Peleteiro y la coordinadora de este programa, Joana Piña.
Todas participaron activamente en un encuentro que comenzó, como ocurre por las mañanas en horario lectivo, con una asamblea o reunión de bienvenida. Tras un repaso al cancionero con revisiones de ´Peix, peixet´ o ´El gall i la gallina´, los niños pasaron lista de manera que quienes estaban presentes pegaban su foto con velcro en un panel.
Las reuniones se celebran siempre en el amplio comedor del centro. Allí confeccionaron la semana pasada máscaras de carnaval y ayer los niños se embadurnaron de harina para hacer galletas de manteca con forma de corazón, de estrella o de flor. Ataviados con pequeños delanteles y gorros de cocineros prepararon los dulces que se hornearon al momento en la escoleta para que se los pudieran llevar a casa y compartirlos con sus familias. Noa intentaba probar su destreza con el rodillo de amasar, un objetivo difícil de cumplir cuando el gorro te cubre la cara hasta la nariz. Las madres, casi más entretenidas que sus hijos, intercambiaban mientras tanto recetas caseras.
Teresa es la madre de Noa, de 15 meses. Las dos acuden a estas sesiones gracias a una amiga, cuyo hijo está escolarizado en Cas Serres. Esta madre asegura que la experiencia ha sido muy positiva: Noa está encantada de poder jugar los jueves por la tarde con Daniel y ambas han tenido la oportunidad de conocer a muchas personas, por lo que Teresa se plantea escolarizar a su hija el próximo curso.
Otras de las familias que han acudido a la convocatoria de este año son residentes en el barrio. «A mí me avisó una vecina que tiene una niña de la misma edad que la mía y yo se lo dije a otra», explica una de las madres. Las tres y sus hijos acuden a las sesiones vespertinas de los jueves. Algunos de los niños están escolarizados en otros centros, pero han podido ocupar una de las plazas ofertadas y se toman estas jornadas como una actividad de ocio extraescolar.
Tras la experiencia culinaria algunos niños y sus padres se dirigen al espacio destinado a psicomotricidad, donde pueden desfogarse sin riesgos. Otras familias permanecen en el comedor junto a una de las educadoras para disfrutar de una charla abierta sobre alguno de los temas que los propios padres han propuesto. El de ayer: los límites y los vínculos con los adultos.
Este tipo de espacios para la primera infancia se dividen en dos grupos, el de los bebés y el familiar, para niños de uno a tres años. Aunque en Cas Serres este año sólo se ofrece el segundo grupo, se han organizado espacios para menores de 12 meses en Sant Antoni y Santa Eulària.
El perfil de las familias que acuden a esta convocatoria del Institut per a l´Educació de la Primera Infància es muy diverso. «Algunos niños vienen con papá, otros con papá y mamá, otros con la abuela, hay hijos de profesores, de amas de casa… La diferencia con el alumnado de la mañana es que entonces muchos padres los escolarizan porque necesitan ir a trabajar o a buscar trabajo, por las tardes vienen porque quieren y juntos», explican las educadoras.
Charlas entre padres
«No somos eruditas ni pretendemos decir a nadie cómo debe educar a sus hijos, sólo procurarles un espacio donde acudir para compartir dudas y experiencias con otras personas», explica Maribel Peleteiro. Cada jueves preguntan a los padres que acuden a estos talleres de qué quieren hablar en la charla de la próxima semana.
Las educadoras buscan artículos sobre el tema en cuestión para prepararlo siempre de acuerdo a su modelo educativo, pero aseguran que lo más importante es lo que narran los padres, verdadera fuente de información en esta actividad. Se ha hablado ya de los problemas de sueño, del cambio de la cuna a la cama, de alimentación y de cómo establecer límites.
Cortesía de Diario de Ibiza
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