Por Ciara Molina
El sueño es un fenómeno fisiológico, pero el proceso de dormir es una conducta aprendida. Para que nuestro bebé tenga un buen hábito del sueño y se convierta en un gran dormilón, debemos enseñarle algunas cosillas. No es difícil. Sólo necesitamos un poco de constancia, grandes dosis de paciencia y cuatro buenos consejos. ¡Y a dormir como un lirón!
¿Quién no ha soñado alguna vez con tener un bebé que duerma toda la noche de un tirón? Lamentablemente, si no se les enseña a dormir correctamente, muy pocos bebés pasan toda una noche sin despertarse ni una sola vez. Y eso conlleva que nosotros, los padres, tampoco durmamos correctamente. En la mayoría de los casos, el no dormir bien lleva a una grado tal de desesperación que la posibilidad de tener otro hijo se nos convierte en una idea no demasiado atractiva.
Existe una idea socialmente muy generalizada: cuando tienes un hijo los primeros meses no pegas ojo. Las primeras semanas los padres aguantamos todo lo que nos echen, pero cuando han pasado varias semanas y nos damos cuenta de que las cosas siguen como al principio, comenzamos a preocuparnos y a plantearnos la posibilidad de buscar ayuda. La situación comienza a ser un tanto insoportable y repercute en el núcleo familiar. Pero no debemos alarmarnos. Nuestro bebé no tiene por qué tener problemas de sueño. Lo importante es ayudarle, desde los primeros meses, a coger un buen hábito de sueño.
El Doctor Estivill, en su libro Duérmete, niño, plantea un método a seguir sobre la higiene del sueño que ha conseguido un gran porcentaje de eficacia. Lo mejor es empezar a educar a nuestro hijo desde el momento en que nace, pero también podemos comenzar con este método si el niño tiene 1 año, 2 o más. Cuanto antes empecemos, mejor para él.
Recién nacido
El sueño del recién nacido es anárquico, no distingue entre el día y la noche y duerme las horas que necesita. Acostumbra a levantarse cada 3 o 4 horas para comer y luego vuelve a dormirse. Durante los primeros meses es importante respetar el ritmo que marque nuestro bebé, pero hay algunas cosas que podemos ir haciendo para ayudarle a coger un buen hábito de sueño:
De 3 a 6 meses
A partir de los 3 meses, el bebé comienza a alargar el sueño nocturno y a romper el ritmo de comidas de las 3-4 horas. Este es un momento muy importante para inculcarle un buen hábito del sueño. Es muy conveniente reforzar el ritual diario previo al momento de acostarse, y que sea cada día igual para que el niño pueda identificar lo que vendrá después. Además, debemos saber que para un bebé, repetición significa seguridad, y que este ritual también permite que la separación del bebé de nuestros brazos sea gradual y tranquila, de manera que nuestro hijo no sienta pánico si de golpe lo pasamos de una habitación con luz, ruido y movimiento, a otra que está oscura y silenciosa.
La rutina diaria a seguir puede ser del tipo siguiente:
Es fundamental que aprenda a dormir solo. Si al dejarlo en la cuna empieza a llorar, no debemos entrar enseguida en su habitación a ver qué le pasa. Esperaremos un minuto y, si no deja de llorar, entraremos y lo consolaremos un momento. Es bueno no cogerlo ni dejar que se duerma mientras lo tocamos o estamos dentro de la habitación. Podemos decirle algo cariñoso, tocarle la cabeza, darle un beso y salir de la habitación. Si el bebé vuelve a llorar, repetiremos lo mismo pero esta vez esperaremos fuera de la habitación dos minutos antes de entrar a consolarlo. Si la historia se va repitiendo, haremos lo mismo pero cada vez tardaremos un poco más en entrar en la habitación. Es decir, poco a poco iremos alargando el tiempo para que nuestro bebé vaya aprendiendo que llorar no le es demasiado efectivo para llamar nuestra atención. Seguramente, en un par de semanas, nuestro hijo habrá aprendido a dormirse solo. Y será algo que le servirá para toda la vida.
Otras cosas que son importantes saber y que pueden ayudarnos en la tarea de educar el sueño de nuestro hijo son las siguientes:
Siguiendo estos consejos, lo más normal es que nuestro bebé asocie el momento de irse a la cama con algo agradable y que no le resulte difícil separarse de nosotros.
De 6 meses en adelante
A partir de los 6 meses, nuestro hijo debe tener su ritmo de sueño y comida bien establecido. Debe dormir entre 11 y 12 horas por la noche sin interrupción, y durante el día hacer 2 siestas: una después del desayuno, de unas 2 horas, y otra después de la comida, de entre 2 y 3 horas. Durante este periodo es importante seguir con la rutina previa al momento de irse a dormir y respetar siempre los mismos horarios. A partir del año, las dos siestas resultan excesivas pero una es demasiado poco. Al suprimir la siesta del desayuno, nuestro hijo llegará rendido a la comida, quizás no quiera comer o después de hacerlo esté tan cansado que se ponga pesado y quejoso y no quiera ir a dormir. Pero será algo que sólo durará uno o dos meses. No tardará en acostumbrarse a una sola siesta.
De aquí en adelante, es importante no bajar la guardia y mantener siempre la rutina de la que se ha hablado. De esta manera nos aseguraremos que nuestro pequeño dormilón lo siga siendo por mucho tiempo.
Ciara Molina García es licenciada en Psicología
Cortesía de www.solohijos.com
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