La Ibiza del NO-DO en internet

posted by Vicente

Por Jose Miguel L. Romero

Los operadores Llopis y Martí llegaron el domingo 26 de octubre de 1947 a Ibiza a bordo del vapor ´Ciudad de Mahón´ para rodar un documental sobre la isla para el NO-DO, el noticiario que fue obligatorio en todos los cines españoles hasta mediados de los años 70. De comentarios y estilo casposo, aunque entrañable por su contenido y por las imágenes de una isla ya irrecuperable, ese documental, titulado ´Ibiza, isla blanca´, es ahora más accesible que nunca gracias a Internet, donde puede verse incluso en YouTube (Ver videos en la parte inferior).

En aquella Ibiza que era «tierra de la perpetua primavera», el viajero tenía «la sensación de haber sido transportado muy lejos en el espacio y en el tiempo». Lejos, hace 63 años, el NO-DO dibujaba una isla que, en algunos aspectos de su economía, poco tiene que ver con la actual. «La dulzura del clima isleño hace también que Ibiza sea estación turística invernal», comenta con voz engolada el locutor, ajeno a los problemas endémicos de estacionalidad de las Pitiusas. Lo que sí han cambiado desde entonces son sus principales recursos económicos y de divisas: «Las salinas constituyen una importantísima fuente de riqueza con su producción de sal marina, que excede las 120.000 toneladas anuales», se indica en el documental. Este año, la producción salinera ronda las 40.000 toneladas, la tercera parte que hace seis décadas. Y si entonces se dedicaba a la exportación la almendra y la algarroba, como se recuerda en el noticiario, ahora se dejan en las ramas por su nulo valor.

«Destaca en el aire trasparente, en la luminosa nitidez del paisaje, la nota blanca de las dispersas alquerías», afirma el locutor del NO-DO, barroco en sus descripciones: «La capital nos deslumbra con su blancura, gran concha de anacarados reflejos». Siguiendo el discurso carpetovetónico y casposo de la época, en ese documental se escucha que «las iglesias ofrecen en festividades y solemnidades bellísimas estampas de hondo sabor secular», que «los trajes payeses son tan complicados como curiosos» y que «los finos perfiles de los rostros de las mujeres se asemejan a los modelos de las más viejas esculturas del mundo». Lógico en ese universo insular en que la población era «profundamente religiosa y amante de sus tradiciones» y cuyas «danzas campesinas, por su originalidad y tipismo racial, descuellan notoriamente en el rico folclore español». Y los chicos con los chicos, las chicas con las chicas: «Las recatadas payesas llevan en las procesiones las imágenes de las santas (…) los hombres llevan las imágenes de los santos»… Pese a que en el propio documental se ve justo lo contrario. Para la ocasión, la Administración local organizó un festival folclórico en el que participaron 111 adultos y 36 niños ataviados de payeses, a los que se ve bailar en un paseo de Vara de Rey sin pavimentar y en el que se aprecia, al fondo, un antiguo refugio antiaéreo. En una de las escenas aparecen muchos de ellos paseando frente a Can Llaudis, como si fuera una transitada avenida de Vila. De igual manera, otro grupo vestido a la antigua usanza recorre una atestada feixa o participa en una boda en la iglesia de Sant Miquel. Dos semanas de rodaje dieron pie a un noticiario de 10 minutos de alto contenido bucólico-folclórico en el que la isla se convirtió en un inmenso decorado en el que la gente corriente en el vestir solo aparece en las imágenes captadas en Vara de Rey y en la «boda campesina». Eran otros tiempos.