Prevención y gestión de impagados

Por Marc Durán

     Este es un tema delicado que ha alcanzado su máxima cota de alarmismo en estos tiempos de incertidumbre, un tema del que no se han salvado las instituciones públicas, que ha salpicado a la empresa privada.

     En estos casos, lo mejor es prevenir. No hay empresa que no tenga algún impagado. Es un riesgo que corre la empresa cuando hace o vende a crédito. Las pequeñas y medianas empresas corren un riesgo mayor, ya que su margen de maniobra es menor y en algunos casos, dependen de esos pagos para capitalizarse o sobrevivir. Muchas empresas han caído por su elevado nivel de impagados, y lo que es más triste: habían trabajado a crédito a instituciones públicas.

     El primer mandamiento de una empresa en este caso es prevenir, adelantarse a la situación. Muchas empresas, antes incluso de que asomara la crisis, y ahora muchas más, firmaban compromisos de pago, ya fueran letras o cheques. E incluso avales. No obstante, si cuando llega el momento del cobro no hay dinero, el problema se manifiesta con todo su esplendor.

     Hay una popular cita que dice “malos cobradores hacen malos pagadores”. Esto significa que si es posible, no hay que dejar pasar mucho tiempo para ir a cobrar. Lo ideal es conseguir un adelanto (la mitad al principio y la otra mitad al finalizar) al empezar a trabajar, como una paga y señal, una muestra de buena voluntad entre las partes. El caso es que esto a veces no es posible y otras, no se hace. Muchas empresas tratan el tema de las condiciones de trabajo y se olvidan las condiciones de pago. Es como hablar de derechos y deberes. Como pedir descuento y no hablar de las condiciones de pago. Muchas empresas que no tenían asimilado esta forma de actuar y no pactaban las condiciones de pago, ahora se estan viendo obligadas a hacerlo, ya que se han visto necesitadas de efectivo y sólo tenían compromisos de pago sin fecha estipulada. Por fortuna, esto ya se está corrigiendo.

     Lo habitual es que el pagador, si no puede hacer frente al pago, aunque con retraso, el pagador acabe abonando lo que le toca. Sin embargo, también es posible que la otra parte, aunque tenga el dinero, no pague. Cuando esto sucede, ¿qué se puede hacer? Algunos consultores recomiendan que, si el importe es menor de 1.000 euros intentar llegar a un acuerdo. Pero cuando un empresario tiene el dinero y decide hacer otras cosas con él que no son pagar sus deudas, tengo poca fé en llegar a un acuerdo, por lo que normalmente, y en consonancia con el importe –si es mayor de 1.000 euros-, lo mejor el llevarlo a la justicia y lograr un embargo o un acuerdo judicial.

     No obstante, si el importe es inferior a 30.000 euros, existe un medio que recibe el nombre de proceso monitorio que, sin abogado ni procurador, puede conducir al cobro de la deuda. Para eso debe informarse en el juzgado de su localidad.

     También está el caso de aquel empresario que, por malas circunstancias, desea pagar pero no tiene el dinero y no tiene perspectivas de tenerlo. ¿Qué se puede hacer entonces? Es el único caso en el que recomiendo llegar a un acuerdo, pero no con fines de embargo o similar, sino colaborativo. No se trata de ayudar a cavar la fosa de otro, sino de reciprocidad, de que ambos ganen. Javier García ya habrá hablado de este tema.

     Expondré un caso. Una empresa había hecho unos trabajos a crédito para otra. Había habido un pago por adelantado, pero diversos imprevistos habían disparado el importe final más de un 40%. Cuando el otro empresario vió que la obra se le escapaba del presupuesto que tenía estipulado, habló con la otra empresa y expuso las cosas con claridad: no tenía suficiente dinero para acometer toda la obra. Finalmente se llegó a un acuerdo: se construyó un parking que gestionaría la primera empresa durante un periodo de 30 años. De esta forma, recuperaría el dinero y las dos saldrían ganando.