“Quienes creen que el dinero lo puede todo, acaban haciendo de todo por dinero”.
Por Erika Schumann
Hace par de semanas hablé de los estímulos emocionales que suponen tener dinero y revelé por qué la gran mayoría de las personas le confieren tanta importancia. La escasez de dinero puede erosionar, y de hecho, con frecuencia lo hace, el ánimo y la seguridad de las personas. También dije que el dinero había ocupado el lugar que deberían ocupar las personas. Hablé también de encuestas. Esta semana, hablaré de otra.
Una encuesta llevada a cabo por Adecco, realizada a 2.000 niños de entre 4 y 17 años puso de manifiesto que lo que pensaban ellos y sus mayores eran dos cosas bien distintas, lo que para mí supone un canto a la esperanza. Preguntados si creían que el dinero daba la felicidad, el 75% de esos niños respondieron que no. Esta encuesta también reveló que para los niños españoles es más importante estar en un trabajo que les guste que ganar un sueldo elevado. Por el contrario, casi un 20% prefiere ganar más y un 5% asegura que ambas condiciones son igual de importantes. Y un dato muy importante: el 89% prefiere pasar más tiempo con su familia a ganar más dinero.
Algunos pensarán que a medida que se hagan mayores, su forma de pensar cambiará. Es posible. No obstante, esta encuesta ilustra el modo de vida que quieren ellos, que es muy distinto al que hay ahora. Este choque generacional provocará cambios tanto en la sociedad como en las personas.
Como dice en mi anterior artículo, el máximo peligro de tener dinero es tener demasiado dinero, ya que existe riesgo de desconectarse de la sociedad, perder el contacto con las personas y autoexcluirse. Esto, que a primera vista, parece tan disparatado, tiene una explicación lógica: “cuando tienes todo el dinero que necesitas y más, no necesitas nada más. No piensas en nada más que en ti. Si el mundo sufre o está en guerra no importa mientras no te afecte a ti”. Esto lo reveló alguien que, al ganar muchísimo dinero de forma inesperada, se vió superado por ese hecho y afectó no sólo a él mismo, sino a los demás y a sus relaciones. Dejaron de tener contacto con muchas personas, viajaron, compraron casas, coches, lujos, iban a los lugares más exclusivos, se dieron cuenta de que podían tenerlo todo y eso les llevó a distanciarse unos de otros. El resultado final fue que los conyuges se separaron por las numerosas infidelidades de él, la madre está en tratamiento por depresión, el padre ya no tiene dinero porque se lo ha gastado todo y en vez de eso, tiene numerosas deudas e intentó suicidarse, el hijo es toxicómano y la hija menor tiene comportamientos agresivos. Disfrutaron de más de diez años de buena vida, pero después, sufrirán años de secuelas que marcarán sin duda el resto de su vida.
Este es un caso extremo, pero ilustra a la perfección lo peligroso que puede ser el dinero cuando no se tiene un control sobre el mismo. De hecho, se considera que lo ideal es disfrutar de alrededor de 70.000 euros al año. Me parece una cantidad razonable para no pasar privaciones y vivir una vida llena de satisfacciones y tranquilidad. Además, no es una cantidad tan grande de dinero que haga perder la cabeza a nadie, lo que sin duda favorece que no haya riesgo de exclusión.
Otro de los peligros del dinero es que causa adicción. Tener dinero hace que quieras tener más. Y cada vez más. Muchas empresas mueren de éxito. La explicación de esto es que quieren ganar dinero tan rápido que se ahogan. Hace algunos años, para ganar un concurso, una empresa decidió estirar su plazo de cobro –que era de 30 días-, a 90 días, para asegurarse que era la empresa ganadora. Ganaron. El problema era que tenían que servir una cantidad X de producto y no cobrarlo hasta 90 días. Ellos ya habían hecho sus cálculos y creyeron que podían hacerlo. Pues bien, la cantidad que tenían que servir fue tan grande que triplicó lo que habían calculado en un primer momento. Para hacer frente al compromiso gastaron todos sus recursos, pidieron préstamos, y aún así, no pudieron resistir hasta los 90 días en los que tenían que cobrar. La empresa quedó tocada y finalmente, al agotar todos sus recursos, no pudieron cumplir el contrato que tenían firmado y acabaron perdiendo dinero. La empresa no se hundió, pero pasó varios años de penalidades hasta que por fín se recuperaron. La moraleja es que no sólo hay que mirar el dinero. También hay otras cosas que tener en cuenta.
Lo que aconsejo a todos es que no sólo piensen en el dinero. Que trabajen en lo que les guste, que el dinero ya vendrá. El dinero es importante, pero no lo más importante. En estas líneas ya he explicado por qué. La felicidad es el verdadero combustible del Alma. Por eso, es mejor vivir plenamente. De la misma forma que estar atento es más importante que ser listo, ser feliz es más importante que ser rico.
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