Por @vicent_mari
Sant Mateu d´Albarca –o Aubarca-, en el municipio de Sant Antoni de Portmany, es un pequeño pueblo que se compone de una iglesia, un par de casas, un centro social para la tercera edad, un par de bares restaurante y un recinto deportivo. El resto de casas están desperdigadas por sus alrededores, no demasiado lejanos, en el pla de Sant Mateu. La denominación de pla se refiere a una zona llana de extraordinaria fertilidad.
Sant Mateu es un pueblo que respira tranquilidad y cuyos habitantes continúan una antigua tradición de amor al vino. Para ensalzar esta relación, en diciembre se celebra la Fiesta del Vino, en la que se dan cita cientos de personas para catar los caldos de la isla. La iglesia de esta población, construida a finales del siglo XVIII, sobre un cerro, es una visita obligada. Las obras comenzaron en 1.785 y se dieron por finalizadas trece años más tarde, en 1.798.
En el siglo dieciocho, el obispo Abad y Lasierra comenzó a construir iglesiassobre puntos de la isla estratégicamente escogidos, de manera que los feligreses no tuvieran que hacer grandes desplazamientos, favoreciendo el fervor popular. Sin embargo, Sant Mateu se encontraba en una zona estratégica. Montañas escarpadas y acantilados la protegían de forma natural del acceso desde el mar. La distancia desde los principales núcleos urbanos, para la época, también suponían un inconveniente para sus gentes. No obstante, este pueblo poseía un valor que hoy aún perdura: La fertilidad de sus tierras. Destinadas hoy en día principalmente a la producción de vino, sus haciendas se repartían a lo largo y ancho de su extensión, lo que motivó que finalmente se construyera la iglesia, que tiene un campanario con dos campanas, dispuestas una sobre otra. En 1.864 se acabó de fundir la campana que actualmente repica en su espadaña.
La iglesia se encuentra a pie de carretera. Presenta la típica fachada encalada, sorprendentemente esbelta para un entorno rural como ese. El interior no pasa desapercibido. Destacan la capilla de la Madre de Dios de Montserrat y la capilla del Roser. Posee un porche que servía de refugio para los fieles en los días más desapacibles. Este porche, del siglo XIX, tenía una gran importancia social, al igual que los pozos, pues al estar tan separadas unas casas de otras, fueron los centros de reunión y cortejo durante mucho tiempo.
Sant Mateu es ante todo, un viaje al pasado, a la tranquilidad, a la tradición. Este pueblo muestra como era la vida durante el pasado siglo, con plantaciones de olivos, viñedos y árboles frutales.
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