Por @Davidprats77 y @Vicent_mari
Iniciamos esta sección con uno de los temas sobre el que ambos más hemos discutido en los últimos años –aunque no el que mas-. El calendario maya, famoso por su precisión, termina repentinamente el 21 de diciembre de 2.012, coincidiendo con el solsticio de invierno. Los mayas, además de excelentes constructores, eran la cultura más evolucionada de astrónomos de la historia, expertos en astrología, matemáticas, ingeniería, física y grandes constructores. No obstante, no son los únicos que profetizan un gran desastre para esta misma fecha. Hay al menos otras siete culturas que han legado apocalípticas profecías en relación a esta fecha que se nos acerca. Los indios hopi, que habitaron en el norte de América, los antiguos egipcios, la mitología hindú, e incluso el oráculo chino (el I Ching) son sólo algunas de estas culturas. Coincidirán con nosotros en que es, como mínimo inquietante, que tantas culturas, tan separadas tanto en el tiempo como en lo geográfico coincidan no sólo en la fecha, sino también en la naturaleza de un evento -aunque las interpretaciones son variadas- posiblemente desastroso para el planeta y la humanidad.
La más famosa profecía en este sentido proviene del calendario maya. El calendario maya es famoso por su precisión y su avanzado nivel de conocimiento: es capaz de predecir eclipses solares con míles de años de antelación, una ciencia que los conquistadores españoles podrían haber aprovechado si no los hubieran pasado a todos por la cruz y/o el cuchillo. Los mayas, gracias a sus conocimientos, eran capaces de adelantarse a los acontecimientos. De hecho, siglos antes de que se produjera, los mayas que se encargaban del calendario señalaron que varios siglos después, un día concreto de marzo del año 1.519 “unos dioses con barba y piel blanca llegarían por mar y que ese día llegaría un antepasado importante, aquel al que llamaban Quetzalcoatl”, nombre que se le daba a un antepasado influyente (no confundir con Kukulkan, la serpiente emplumada, divinidad de aquellas tierras). Curiosamente, ese fue el año y el mes en el que Hernán Cortés y sus tropas llegaron a Veracruz, en México. De hecho, Cortés relató que cuando llegaron, los nativos los estaban esperando. ¿Fue una coincidencia? Nosotros creemos que no.
Otro de los datos que acreditan su elevado nivel en estas ciencias es que hace más de mil años, los mayas determinaron la duración de un año solar con una diferencia de 8 décimas de segundo con relación al nuestro, y eso que nosotros empleamos ordenadores y alta tecnología. ¿No es increíble? Su calendario se compone de veinte calendarios que indicaban los movimientos del sol, la luna, los ciclos de la naturaleza, los planetas, las cosechas… Aunque lo más significativo de su calendario es el largo período que comprendía: una era de 5.125 años que se inició el 11 de agosto del año 3.114 a. C. y que termina súbitamente el 21 de diciembre de 2.012, el solsticio de invierno. Este día es el origen pagano de lo que hoy llamamos Navidad.
El calendario maya es cíclico, no lineal. Su ciclo es de 52 años mayas y es increíblemente preciso, incluso más que el nuestro. Relacionaba los ciclos lunares, solares y planetarios. Era una cultura obsesionada con la medición y sincronía del tiempo, igual que lo fueron los egipcios –y curiosamente, ambas culturas construyeron estructuras piramidales-. De hecho, durante varios siglos tomaron nota de los movimientos celestes y su significado, con lo que elaboraron un modelo que les indicaba cuando se producirían importantes transformaciones en el mundo. Y de repente, su calendario termina repentinamente el 21 de diciembre de 2.012. Para los autores de este artículo, no es una casualidad, sino un anuncio. Algo ocurrirá. ¿Pero qué?
El mismo calendario ofrece pistas al respecto. “En el solsticio de invierno de 2.012, el 21 de diciembre, el sol se elevará dentro de la banda oscura del centro de la Vía Láctea. Las mayas llamaban la banda oscura a un agujero negro. Bien, pues hace menos de una década que los astrónomos, con sus potentes aparatos descubrieron la existencia de un enorme agujero negro en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. La ciencia ha confirmado que ese día, el solsticio de invierno de 2.012 coincidirá con un suceso extraordinario conocido con el nombre de alineamiento galáctico, que según el astrofísico de la NASA David Sibeck, “es el resultado de la alineación del Sol en el solsticio de invierno con el plano ecuatorial de la Vía Láctea”. En otras palabras, esta alineación se produce cuando el Sol parece elevarse en línea recta respecto al centro de la Vía Láctea. Ese día parecerá que nuestro sol se sitúa en el mismo centro de nuestra galaxia. Los mayas fueron capaces de calcular que ese tipo de alineación ocurre cada 26.000 años. Como pudieron llegar a esa conclusión es un misterio, pero predijeron con precisión el momento exacto miles de años antes de que se produjera.
Los mayas consideraban que el agujero negro en el centro de la Vía Láctea era el ombligo de la galaxia, del que nacían la materia y las estrellas. “Actualmente, los astrónomos creen que, de hecho, en el agujero negro del centro de la galaxia es donde se producen las estrellas y los planetas. Asombra pensar que los mayas habían descubierto esto hace más de mil quinientos años”. No está claro cómo los mayas pudieron describir con tanta precisión ciertos acontecimientos astronómicos, pero es evidente que, al igual que los egipcios, eran maestros de la observación. Tanto los egipcios como los mayas construían sus templos y monumentos guiándose por las constelaciones y cuerpos celestes. Y es evidente que observaron durante siglos hasta llegar a un modelo.
“Si retrocedemos 26.000 años años, hasta la última vez que entramos en Acuario, descubrimos que coincide con el surgimiento del hombre de Cromagnon y el fin del Neanderthal. Del mismo tiempo es también cuando el hombre descubrió el fuego. En definitiva, se observan interesantes correspondencias históricas. Se sabe que la última vez que se produjo la alineación galáctica que estamos a punto de volver a experimentar, desaparecieron cientos de especies… ¿Seremos nosotros esta vez?»
“El efecto que podría ocurrir podría ser algo así como cruzar el ecuador de la galaxia. Las corrientes magnéticas que se dirigen al sur y al norte cambian de sentido. El campo magnético podría invertirse cuando crucemos ese ecuador galáctico. De hecho, los geofísicos tienen una teoría sorprendentemente similar a los acontecimientos previstos por la predicción de los mayas. Este fenómeno se le denomina “reversión de los polos magnéticos”: el manto de la Tierra podría invertirse en cuestión de dias, o quizá horas, con lo que la posición de los polos cambiaría y se produciría un desastre a escala planetaria: terremotos y tsunamis arrasarían el interior de la superficie y las zonas costeras. En 1.955, uno de los científicos más brillantes del pasado siglo, Albert Einstein, ya expuso esta teoría, a lo que habría que añadir que un estudio de los últimos años llevado a cabo por la Universidad de Princeton revela que los polos ya se han invertido antes.
Aunque este alineamiento es el primer suceso de este tipo que ocurre desde el principio de la civilización humana, los científicos e investigadores actuales son escépticos a que este suceso vaya a derivar en una catástrofe, sencillamente porque no hay evidencias científicas de eso. No obstante, otros observadores apuntan a que ese suceso coincidirá con una caos cósmico que provocará violentas tormentas solares –hace escasos meses que se ha detectado una violenta actividad solar- que lanzarían radiaciones letales sobre el planeta, una desplazamiento de la polaridad magnética –que los polos cambien de sitio- o incluso un cambio completo de polaridad, lo que provocaría la devastación del planeta y con millones de muertos.
Carlos Barrios, investigador, antropólogo e historiador guatemalteco, ha estado estudiando durante casi tres décadas el mundo maya y no está de acuerdo con la interpretación que muchos hacen. “La fecha especificada en el calendario maya no marca el fín del mundo. Muchas personas que escriben sobre el calendario maya dramatizan con esta fecha, pero ellos no saben nada. Los que saben son los ancianos indígenas, que se encargan de mantener la tradición. Ellos creen que la humanidad continuará, pero de una manera diferente. Entraremos en un nuevo tiempo, en una nueva era. Seremos más humanos”, asegura. “Habrá un cambio, pero dependerá de las personas hacer fáciles o difíciles esos cambios. El planeta podrá renovarse o morir. Es tiempo de despertar y actuar, respetar al planeta y la naturaleza. Estamos hablando de un momento crucial para la Humanidad como especie”.
De hecho, el calendario maya aseguro que veinte años antes, es decir, en 1.992, comenzaría una etapa de concienciación, en el que la raza humana iniciaría un cambio de conciencia en la que derivaría en un ser más espiritual. Esto ya no es una casualidad, sino un hecho de fácil comprobación, ya que si miramos a los últimos veinte años, puede observarse un espectacular florecimiento de ONG´s y organizaciones sin ánimo de lucro que luchan por los derechos y supervivencia en las zonas más desfavorecidas del planeta. Tal vez lo que nos estarían diciendo los mayas es que se avecinan cambios, y que estos pueden ser traumáticos o no, pero que esto depende de la especie humana y de cómo haya evolucionado su relación con la naturaleza.
Nuestra conclusión no es la que nos gustaría. Creemos que se acerca un desastre de proporciones por determinar. Si estudiamos el calendario maya, quizá veamos en él lo que queremos ver, porque evidencias concretas no hay, pero si sumamos todos los indicios, la visión que nos queda es sumamente inquietante por lo expuesto anteriormente. El alineamiento galáctivo puede ser el principio del fín de la especie humana. Ya ha habido otras extinciones antes. Y si lo miramos a través de la relación que existe entre el hombre y la naturaleza, creo que está claro que el planeta podría considerarnos una enfermedad que lo devora todo, por lo que podría tomar medidas que destruyera la amenaza: una extinción.
Cabe otra posibilidad, y es que el calendario maya no señale el momento de un gran desastre, sino sencillamente el paso de una era a otra, con lo que no ocurriría nada remarcable en la rutina de la humanidad.
No obstante, queremos ser positivos y esperar a que no ocurra nada y todo continúe igual.
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