Por @Davidprats77 y @Vicent_mari
Hasta hace unos pocos años, el Edén o su existencia lo considerábamos un mito, una fábula, algo alegórico, alejado de la realidad. Sin embargo, un documental de David Rohl, egiptólogo británico de gran relevancia que estaba basado en su libro “Legend”, marcó un punto de inflexión en nosotros, ya que incentivó el interés para iniciarnos en su búsqueda. Al principio de forma desordenada e imprecisa, impetuosa, y a medida que avanzaba la investigación, más calmada, sosegada y precisa. Como hemos dicho otras veces antes, la Biblia y por extensión Dios, ejerce un gran interés sobre nosotros. Si partimos de la base de que la existencia del Edén o Paraíso era algo que aceptan las tres principales religiones del mundo -el Cristianismo, el Judaísmo y el Islamísmo-, era lógico pensar que podría ser más que una fantasía y hubiera sido real.
La palabra Edén es utilizada con frecuencia como sinónimo de Paraíso. Sin embargo, esta palabra originalmente viene derivada de la palabra de origen sumerio edin, que se refiere a un bello jardín extenso; mientras que «Edén», es una palabra de origen acadio, cuyo significado se refiere a un lugar que es puro y natural. Así, Edén se refiere más bien a una región geográfica, mientras que el Paraíso se refiere a un lugar más específico (un huerto o jardín situado en la parte oriental de dicha región).
Tomando como referencia la investigación de Rohl, decidimos seguir sus pasos y validar sus descubrimientos. El documental de Rohl era muy distinto de todos los que hasta aquel momento habíamos visto sobre el tema. Los demás hablaban sobre datos poco precisos de la Biblia y situaban el Edén en las proximidades de la desembocadura de los ríos Tigris y Eufrates, que sirve de frontera entre Irán e Irak. La investigación de Rolh parecía muy sólida y documentada, y el resultado final era sorprendente. Rolh inicia su búsqueda en la Biblia, concretamente en el capítulo 2 del Génesis, donde encontramos varias pistas sobre su ubicación.
2:8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
2:10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.
2:11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
2:12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
2:13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.
2:14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.
2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
La Biblia habla de cuatro ríos. Dos de ellos son fácilmente identificables: el Hidekel hace referencia al Tigris y el Eufrates, que aparece por su nombre, que serpentean por Irak. En cuanto a los otros dos, en un principio se pensó en el Nilo, en Egipto, y el Ganges, en la India. Sin embargo, esto fue rápidamente descartado, ya que la Biblia induce a pensar en que hay que buscar los otros ríos a una escala más pequeña, más local. Para ello, se vale de fuentes históricas que hay en la zona. Hay varios grabados y escrituras cuneiformes que hacen referencia a lo que parece ser un hombre, (Adán), una mujer (Eva), un árbol en el centro y una serpiente junto a la mujer.
No obstante, hay un relato que solidifica el relato bíblico. Se trata de “Enmerkar y el señor de Aratta”, tablilla de escritura cuneiforme en la que un rey envía a un emisario para conocer al señor de un gran reino conocido como Aratta. En el relato se dice que el enviado atravesó siete puertas. En el mundo antiguo, las puertas se referían a pasos de montaña o gargantas que atravesaban las cadenas montañosas. Rolh cree que esto podría tener relación con la antigua tradición judía de los siete niveles de cielo que culminan en el trono de gloria. En un grabado mediaval de marfíl se puede ver los siete niveles de paraíso y Adán y Eva, de pié, a cada lado del árbol de la vida, en el séptimo cielo. Aún hoy en día decimos que estamos en el séptimo cielo para decir que estamos en el paraíso. De esta forma, situando a Aratta, podemos situar aproximadamente la ubicación del Edén. Se cree que Aratta estaba en la parte superior de lo que hoy es Irak. El cerco se va estrechando.
Pero hay otro dato interesante: en el capítulo 2, versículo 15, la Biblia dice que Dios puso al hombre en el “huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” Es evidente que habla de agricultura. ¿Está hablando del inicio de la agricultura por el hombre? Se trataría de un momento trascendental en la historia del humanidad. La agricultura permitió al hombre dejar de ser nómada y establecerse en un lugar y echar raíces. Se cree que esto sucedió alrededor del 5.000 antes de Cristo, es decir, hace 7.000 años. A este momento, muchos investigadores le llaman “la gran frontera”. Esto nos permite también fechar el momento en el que sitúa la Biblia el edén.
Rolh toma entonces una imagen por satélite de la zona norte de Irán e Irák y asegura que si repasamos los datos que tenemos, para encontrar el Edén tendríamos que ser capaces de encontrar los dos ríos que menciona la Biblia y que no hemos encontrado todavía: el Gihón y el Pisón. También deberíamos poder encontrar las tierras de Cus y Havila, y, por supuesto, el río del jardín del Edén. Hay que tener en cuenta que el paisaje podría haber cambiado por las condiciones meteorológicas o la mano del hombre en los últimos 7.000 años, pero podríamos encontrar evidencias al respecto que podrían ayudarnos.
Al este del gran lago salado Urmia, casualmente hay un valle largo y fértil protegido por una cadena montañosa en sus lados norte y sur. Es un recinto cerrado con paredes montañosas a una escala enorme. El extremo occidental de este recinto está bordeado por los pantanos del lago. En su extremo oriental, se puede distinguir un paso o puerta este lleva al mundo exterior. El valle está atravesado por un río, el río de este gran jardín que va a desembocar en el gran lago. Al norte del jardín hay una fértil región atravesada por varios afluentes del río Aras. Pero este río tiene un nombre mucho más antiguo. En la época de la invasión islámica de Persia, en el siglo séptimo, los geógrafos árabes se refieren a él como el Gaihún. Si recuerdan, la Bíblia nos dice que el Gihón atravesaba la tierra de Cus, y los primeros estudiosos cristianos concluyeron que la tierra de Cush estaba en Africa.
Pero por extraño que parezca, el antiguo nombre a través de la región a través de la cual fluye el Gaijún también es Cus, y hay una montaña a la que se llama incluso en la actualidad Cush-erak que significa “la montaña de Cus”.
Hay pocas dudas hoy en día de que el Gaijún y el bíblico Guijón sean el mismo y sobre que sea esta la verdadera Cush del Génesis. Así hemos identificado el tercer río. La situación del cuarto río encaja allí donde se esperaría, en el cuarto sureste de nuestro mapa. Es el río Quetzal Uizon, al que el autor bíblico llamó Pison y que serpentea por toda la tierra de Havila, rica en oro. Aún hoy en día se puede encontrar oro en ese río. De hecho, la palabra Quetzal significa dorado, “el dorado Uizon”.
Pero, ¿como puede ser Uizon lo mísmo que Pishon? La respuesta, como han sugerido expertos linguistas se encuentra en la transcripción de un antiguo nombre iraní al hebreo bíblico, que es una lengua semítica. Por ejemplo, la antigua ciudad manea de Uishteri se conoce en la actualidad con el nombre árabe de Pishdeli. La letra iraní U se ha convertido en la P semítica. De la mísma manera, el antiguo río iraní llamado Uizón fue convertido en el semítico Pisón por el autor bíblico. Y ahora, la última pieza del rompecabezas geográfico: ¿recuerdan el relato bíblico de los dos hijos de Adán y Eva, Caín el granjero y Abel, el pastor? A Caín y Abel, su padre les ordenó que hicieran una ofrenda a Dios. Caín llevó el producto de sus campos, mientras que Abel sacrificó un cordero y ganó el favor de Dios. La amargura y el resentimiento crecieron en el corazón de Caín, y en un ataque de celos cometió el pecado más grave de todos y mató a su hermano Abel. Como resultado de este asesinato, Caín fue desterrado del jardín del Edén. La Biblia lo relata de la siguiente manera:
4:11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
4:12 Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
4:13 Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado.
4:14 He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.
4:15 Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara.
4:16 Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén.
Y así fue como Caín se fue de la presencia de Yahvé y se estableció en la tierra de Nod, al este del Edén. Y esa es la parte crucial del texto: “En la tierra de Nod, al este del Edén”. Sorprendentemente, la región oriental de nuestro mapa, en el este, lleva los nombres de Noqdi alto y Noqdi bajo. Noqdi significa “perteneciénte a Noq. La pregunta es: ¿podría ser este el nod perteneciente al Génesis?
Era una práctica común que el escritor bíblico convirtiera los nombres extranjeros en palabras hebreas. Nod significa “errante”, y desde luego, Caín era un fugitivo errante.
El texo bíblico sigue arrojando pistas sobre la situación del Edén. En el capítulo 3 versículo 24 encontramos el siguiente texto:
“Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”.
La fantasía popular ha hecho que pensemos en los Querubines como unos ángeles gordinflones con alas, pero ahora sabemos que son los Karibú de la antigua Babilonia y Mesopotamia, que eran los guardianes de los lugares sagrados y de los templos. Así que si se va al museo británico, se pueden ver montones de querubines, que son grandes criaturas aladas dispuestas a asustar, porque esa es su función en el jardín de Edén: evitar que entren Adán y Eva porque ese es su castigo por desobedecer a Dios. Lo interesante es que hay una ciudad en la tierra de Nod que se llama Quirobabat, que significa “el asentamiento del pueblo Queru”. Es posible que los querubines del Génesis fueran sus sacerdotes chamanes que llevaban alas de buitre a la espalda. ¿Y que hay de la espada ardiente? ¿podrían ser el trueno y el rayo por los que es famoso este paso, a los pies del volcán Sabalam, en la Provincia de Ardebil, en Irán?
Esta zona es muy creyente, muy religiosa. Hay gran cantidad de referencias que hablan de la “Gloria a Dios”.
Al bajar al valle de Tabriz, que es donde estaba antiguamente el Edén, actualmente se puede encontrar una ciudad, una vasta extensión urbana descontrolada. El valle del Edén, el jardín en el que Dios puso al hombre y a la mujer ya no existe, sino que ha sido destruido y profanado por el hombre industrial moderno. En cierto sentido, se ha cumplido la profecía de que el hombre nunca volvería al paraíso.
Si creemos que la historia del Edén es una metáforma poética, ¿a qué podía referirse esta metáfora? ¿por qué se debería identificar este sitio y no otro en el que tuvo lugar su orígen el hombre? La biblia sitúa a Adán en el Edén unos míl años antes de que se construyeran las primeras ciudades en la antigua Suma, hacia el final de la Edad de Piedra, ¿quién vivía aquí en aquella época?, la arqueología ha desvelado que los valles de las montañas de Zagros en Irán occidental fueron lugares cruciales durante la revolución neolítica, pero ¿por qué los antropólogos ven en esto una época tan trascendental para la historia de la humanidad? La Revolución Neolítica ha sido el avance más importante en lo que se refiere a cambios de vida porque fue la piedra fundacional sobre el que estan construídas las civilizaciones históricas. Hablamos del principio de la ganadería y la agricultura. Sin agricultura y ganadería no habría habido una ciudad sobre la tierra.
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