Por @Davidprats77 y @Vicent_mari
Muchos descubrirán gracias a este artículo un tema de enorme interés y fascinación. La isla de Yonaguni forma parte del archipiélago japonés de Ryukyu, a 150 kilómetros de Taiwán, tiene unos diez kilómetros de largo por tres de ancho, y junto con el mar que lo rodea es el escenario de nuestro siguiente enigma. Llamadas también las pirámides de Japón, las pirámides de Yonaguni despiertan un enorme interés no sólo por ser un fenómeno reciente, sino por los interrogantes que plantea, y el primero de ellos, y el más importante, es saber si de verdad se trata de una construcción hecha por el hombre, o si por el contrario, se trata de un interesante fenómeno natural. Sea lo que sea, una gran cantidad de investigadores se ha acercado hasta allí para verlo con sus propios ojos. Y el segundo interrogante sería como llegaron hasta el fondo del mar.
Descubiertas por casualidad a treinta metros de profundidad a escasa distancia de la isla de la que toman el nombre por un empresario que buscaba un lugar para atraer el turismo de buceo en 1.987, las pirámides de Yonaguni, en Japón, son un enigma dentro de otro enigma. A pesar de que se habla mucho de su forma piramidal, lo cierto es que ese título le viene de forma oficiosa y en parte, inmerecida, debido sobre todo, por no existir un término más acertado que generase suficiente interés para la comunidad mundial. No habíamos oído hablar de Yonaguni ni de sus pirámides hace más de año y medio, por lo que nuestro interés es relativamente reciente.
Kihachiro Aratake, el empresario que hizo el descubrimiento, relata que divisó unos megalitos de piedra que parecían restos de un antiguo templo. “Cuando lo ví por primera vez me parecieron una ruina, así que bauticé el lugar como Cabo Iseki, el Cabo de las Ruinas”. Ante sus ojos divisó una serie de formaciones topográficas únicas. El montón de piedras formaba una estructura que recuerda a las pirámides de Egipto, ya que se trata de una formación asimétrica creada por gigantescos peldaños de piedra cuyo tamaño varía desde menos de medio metro a varios metros de altura. Pero la pirámide de Yonaguni no estaba sóla, ya que se han encontrado formaciones similares a poca distancia, convirtiéndose en una especie de ciudad, al que también se refieren como monumento. Se cree que ocupa una superficie de unos cinco kilómetros cuadrados.
Masaaki Kimura, profesor del Departamento de Ciencias Físicas y Terrestres de la Universidad de Ryukyu, fue en 1.992 el primer científico que exploró este conjunto submarino. Ha desarrollado un proyecto cartográfico submarino del monumento Yonaguni, en el que se aprecia que la estructura principal mide más de ciento cincuenta metros de longitud. Kimura y su equipo llegaron a la conclusión de que ese conjunto de piedras “es artificial, es decir, fue hecho por la mano del hombre” y que además, tenía un uso ritual. Si todo eso fuera cierto, presentaría un problema complejo con al menos, un par evidencias.
Primera: Si esa estructura fue creada por el hombre, es razonable pensar que debió realizarla cuando el terreno estaba seco, es decir, cuando el monumento estaba por encima de las aguas, y eso debió ocurrir cuando la mayor parte del agua estaba congelada en el hemisferio norte, lo que según los cálculos de Kimura, vendría a suceder alrededor del octavo milenio antes de Cristo, cinco mil años antes de que aparecieran las pirámides de Egipto, aunque otros cálculos situan su construcción en el 10.000 a. C., lo que le convertiría en la construcción más antigua del mundo. Esa afirmación va totalmente en contra de la cronología –de lo que sabemos- de la historia del hombre. Para llevarla a cabo se necesitaría un nivel de organización y tecnología que obligaría a revisar la Historia del Hombre. En el 8.000 a. C., el hombre era un cazador recolector nómada, que vivía en clanes y sólo usaba rudimentarias herramientas de piedra.
Segunda: Si fue construida en terreno seco, pudo haberse hundido después, lentamente, conservando su equilibrio. Un hundimiento rápido habría desestabilizado la estructura y no la habría dejado plana. Si eso fuera así, se podría determinar la antigüedad del monumento descubriendo las causas por las que se hundió en el mar. Tres hipótesis se destacan ante el resto: un terremoto, la erupción de un volcán o el hundimiento se produjo debido a las alteraciones climáticas que provocaron la fusión de los hielos y el ascenso del nivel del mar. Hay que tener en cuenta que Japón se encuentra en una zona de gran actividad sísmica.
Muchos investigadores creen que existe un paralelismo entre lo que le ocurrió al monumento Yonaguni y lo que le ocurrió a la Atlántida. E incluso, se plantean si no podrían ser la misma. De hecho, en el año 360 a. C., el filósofo griego Platón describió lo que por primera vez hasta entonces no era más que un mito oral en Occidente: la leyenda de la Atlántida, una civilización muy avanzada tecnológicamente que había florecido hacia el décimo milenio a. C., pero esa visión de una gran civilización prehistórica no es exclusiva de Platón. En todos los continentes existen leyendas similares que cuentan una historia asombrosamente similar. Los escritos chinos más antiguos describen un lugar llamado Peng Jia, una isla situada al este y habitada por seres humanos “capaces de volar”. ¿Se trata de una fantasía? Incluso los habitantes de la Isla de Páscua creían ser descendientes de un reino de dioses llamado Hiva. Un antiguo cántico hawaiano narra la llegada de una raza mágica venida de una isla flotante situada en el oeste llamada Mu. Son muy numerosas las leyendas de una civilización prehistórica en el océano Pacífico llamada Lemuria o Mu. Los japoneses llamaban a sus emperadores prehistóricos Jim-Mu, Tim-Mu, Kam-Mu, lo que podría llevar a especular que consideraban que sus ancestros eran descendientes/supervivientes de esta civilización.
Sin embargo, el profesor Robert Schoch indica que “no hay estudios suficientes para asegurar si pertenece o no a una protocultura o protocivilización de la que todos descendamos”. De hecho, a pesar de que parece evidente que tanto la Atlántida como lo que hubiera en el pacífico, fueran destruidas o se hundieran, hay otros cientos de mitos o leyendas que hablan de inundaciones en todas las partes del mundo. El relato del diluvio universal y el Arca de Noé es el mas famoso recogido en la Biblia. Esto hace referencia a las inundaciones que se producían por los desbordamientos de los ríos Tigris y Eufrates, que sufrían las poblaciones que había en las llanuras próximas. De hecho, Schoch, doctor en geología y geofísica por la Universidad de Yale llegó a Yonaguni para investigar el monumento en 1.997, convirtiéndose en el primer académico occidental que se sumergía para estudiar el monumento. Hay que señalar que Schoch fue el autor a principios de la década de los noventa de la afirmación de que la Gran Esfinge de Giza, cuya construcción otros científicos habían datado hacia el año 2.500 a. C., tras estudiar las pautas de erosión de la roca, la naturaleza del clima y realizar distintos análisis sísmicos, Schoch llegó a la conclusión de que la Gran Esfinge había sido construida alrededor del 5.000 a. C., una apuesta que sin duda, le preparó para el desafío de Yonaguni. Se reunió con otros investigadores y especialistas y filmó una serie de estructuras rocosas , una de las cuales era una enorme formación piramidal de unos 80 metros. Algunas estructuras tenían unos 25 metros de alto y tenían angulos rectos formando escaleras enclavadas en la roca, mientras que otras formaciones se situaban a sólo 10 metros de la superficie.
Si especulamos con la certeza de que hace nueve o diez míl años, cuando el monumento Yonaguni estaba seguramente en tierra firme, la isla se encontraba exactamente en lo que entonces era el Trópico de Cancer, lo que puede considerarse una ubicación con un gran significado astronómico. Kimura asegura que “el pueblo que construyó el monumento pudo haberle dado un significado astronómico o sencillamente, haberlo usado como brújula. Cerca del monumento hay una piedra a la que denominamos la Piedra del Sol, que podría haber sido usada como reloj o tener una función religiosa, ya que tiene una orientación norte-sur.
Graham Hancock, conocido investigador y escritor, autor de libros como “Las huellas de Dios”, y en el que aborda la huella alienígena en las grandes obras humanas, sostiene que “a los arqueólogos y los historiadores les gusta creer que conocen perfectamente nuestro pasado. Así, la idea de que exista un episodio importante totalmente olvidado, es una amenaza para ellos. Por tanto, cuando se encuentra algún fenómeno curioso, como las estructuras submarinas de Yonaguni, en lugar de investigarlo racionalmente y llegar a algún tipo de conclusiones, la mayoría lo soslayan o lo rechazan”.
El hecho de que Japón se halle en una zona de gran actividad sísmica favorece la tesis del hundimiento rápido. Sin embargo, puesto que el templo de Yonaguni está en pie, todo indica que el hundimiento fue lento. Dado que la roca sólo pudo ser labrada en tierra firme, en la época de su creación el nivel del océano debió de ser 30 metros más bajo que en la actualidad. Esto ocurrió, según el profesor Masaaki Kimura, hace unos 12.000 años, antes del final de la última época glacial, es decir, miles de años antes de que se construyeran las grandes pirámides y de lo que hoy se considera el comienzo de la civilización humana. Si en el mar de Japón descansan realmente bajo el agua las ruinas de construcciones creadas por el hombre, habría que reescribir la historia antigua del continente americano. Antes se partía siempre del supuesto de que América fue colonizada de norte a sur, a cargo de inmigrantes que llegaron por el entonces congelado estrecho de Bering. Desde que en América del Sur, en Chile y Perú, se han descubierto vestigios que son mucho más antiguos que todos los hallazgos arqueológicos de América del Norte, se supone que hubo otra oleada de inmigración anterior, a través del Pacífico, y estos inmigrantes tal vez fueran aquel pueblo misterioso que huyó de Yonaguni.
Pero no todos los expertos comparten esta opinión. Algunos de los colegas de Kimura señalan que también la naturaleza es capaz de formar ángulos rectos y orificios por medio de la erosión. El gigantesco templo submarino, según algunos geólogos, no es otra cosa que un bloque sedimentario y la piedra arenisca está atravesada de grietas y aberturas horizontales. El profesor Schoch apunta sobre estos que “esos agujeros fueron producto de una unión débil o una capa blanda en la que se han introducido organismos vivos y que estos se extienden regularmente creando una serie de agujeros regulares”. El profesor Kimura, en cambio, alega que en otras partes del mundo también existen otras «construcciones imposibles»: en Perú, una cultura desconocida labró mucho antes que los incas las rocas según un principio similar, y tampoco sus escaleras y galerías conducían a parte alguna. Si Kimura tiene razón con la hipótesis de que el Iseki Point (lugar de ruinas), como se llama actualmente el lugar del hallazgo, fue creado por seres humanos, habría que reescribir la historia antigua de la humanidad: en este caso, ya no serían los sumerios el pueblo más antiguo del mundo, sino aquellos desconocidos de Japón.
A pesar de que existen muchas imágenes de Yonaguni disponibles en internet muchos de los que se han sumergido en estas aguas en principio se han mostrado escépticas, pero que cuando ven el conjunto submarino tal como está, la gran mayoría se convence de su origen humano.
En julio del año 2000, un equipo de filmación de Canal Historia se sumergió en Yonaguni para ver las ruinas de cerca. Los buzos vieron una gran estructura plana con dos lados elevados: el denominado Escenario, que puede que fuera un altar, un escenario o un trono. Aseguraron que junto al Escenario había un rostro muy similar a las antiguas representaciones de América Central, sobre todo parecido a algunas esculturas mayas.
En uno de los cementerios más antiguos de la isla, situado en una colina, las tumbas excavadas en la roca no fechadas muestran una semejanza estilística con los monumentos submarinos que yacen a un kilómetro de la cosa de Yonaguni. Esto da a pensar que la civilización que construyó y habilitó las ruinas por entonces en tierra firme, bien podrían ser las mismas que construyeron un cementerio en, lo que para ellos fue entonces, sobre una montaña.
De momento Yonaguni se compone en gran medida de especulaciones. Habrá que esperar a ver en qué queda todo esto.
NOTA: Ha sido imposible determinar la veracidad de si las piedras que aparecen en la primera foto son auténticas y si fueron halladas en las proximidades de Yonaguni.
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