Por @vicent_marí
Entre las obras de arte que se alojan en Ibiza, hay una que destaca a pesar del desconocimiento general por su relevancia y por el misterio que la acompaña y que actualmente está expuesta en una iglesia. Esta obra, que fue creada hace casi cinco siglos (aunque no se sabe la fecha exacta de su creación, se sabe que aproximadamente, esta obra se realizó a finales del siglo XV, gótico tardío), en el taller de los artistas valencianos de Rodrigo y Francisco de Osona, que eran padre e hijo. Me refiero, por supuesto, al retablo de la iglesia de Jesús.
Son muchos los interrogantes que acompañan a esta obra, de proporciones magníficas y magistral factura, ya que Rodrigo y Francisco de Osona destacaron por su dominio de la pintura al óleo, por su maestría escenográfica, su diseño arquitectónico de influencia italiana y su habilidad para refundir estilos viejos y nuevos, de distintos lugares del mundo. Entre esos interrogantes, destacan porqué una obra tan distinguida acabó en una iglesia tan humilde como la de Jesús.
La respuesta parece complicada, ya que nadie ha podido explicarlo de un modo convincente. Lo que ha sorprendido siempre a casi todos los estudiosos es que un templo tan humilde albergara una obra como ésta, tan magnífica y tan cara, llegándose incluso a especular con la posibilidad de que el destino inicial de este retablo fuera la Catedral. Pero tal vez, en esta interpretación, se minusvalore la importancia del templo de Jesús, del que se sabe, por ejemplo, que en el siglo XVI llegó a tener también un órgano, cuando solo lo tenía la iglesia mayor de Santa María. Por otra parte, dado que una de las tablas principales representa la estigmatización de San Francisco de Asís, se suele dar por hecho que el encargo fue realizado por una comunidad de frailes franciscanos, de la que se sabe también que estuvo allí establecida en el siglo XV y hasta entrado el siglo XVI.
No hace falta mucho tiempo para comprobar que el retablo es espectacular, tremendamente denso en representaciones y figuras, brillante por los ropajes representados y por la utilización del pan de oro. Veinticinco tablas que tienen como escena central la de la Virgen amamantando al Niño, con un grupo de ángeles que sostienen el palio y dos ángeles más, vestidos de blanco y a los pies de la Virgen, haciendo sonar unos instrumentos musicales. (A estos mismos ángeles es fácil verlos en otros retablos creados en el taller de los Osona). Santos, santas y evangelistas completan el retablo. Y en la parte inferior, un banco de siete tablas representa diversos episodios de la vida de María, desde la Anunciación hasta la Asunción.
Otro de los enigmas que se asocian a este retablo es la iconografía y su simbolismo. Si se estudia con tranquilidad, se puede descubrir que hay muchas cosas curiosas en este retablo. Un ejemplo sería la perdiz solitaria que se encuentra prácticamente el centro mismo de la obra. Puede verse en la parte inferior de la tabla que representa a San Francisco de Asís recibiendo los estigmas. En la iconografía cristiana, la perdiz representa en ocasiones al diablo –a sus tentaciones–, pero muchas veces también a la Virgen. En otras mitologías, la perdiz es precisamente el símbolo de la sensualidad y de los placeres carnales. Entonces, ¿el diablo tienta a San Francisco o la Virgen acompaña al santo durante la estigmatización? No está clara la representación. El bueno del fraile León duerme tranquilamente mientras todo esto sucede. La perdiz no es la única ave simbólica del retablo. El Niño tiene también en sus manos un pájaro, lo que es frecuente en la pintura medieval. Y a los pies de la Virgen se encuentra otro pájaro de especie indefinida con un collar en la boca, también de tradición simbólica. La atractiva iconografía medieval está presente de diversas formas en este retablo.
Durante la Guerra Civil Español, concretamente en el verano de 1.936, el retablo se salvó de la fiebre iconoclasta y los milicianos pirómanos no consiguieron destruirlo. Elliot Paul aseguró que el pintor Rigoberto Soler le pidió encarecidamente al capitán Bayo que se respetara este retablo. Y Fernando Bertazioli confirmó que fue su padre, Carlos Bertazioli, destacado miembro del Comité Antifascista, quien ordenó que lo desmontaran y lo llevaran para su custodia a la Banca Matutes, consiguiendo de esta manera salvar esta magnífica obra.
En la actualidad, el deterioro de este retablo es visible, a pesar de que ha sido restaurado en varias ocasiones. Algunas de sus imágenes, como la de Catalina de Alejandría, que desgraciadamente, ya casi han desaparecido principalmente debido a la humedad. Dado que, en lo que se refiere al arte en Ibiza, este retablo representa lo mejor, urge tomarse muy en serio una nueva restauración para proteger esta obra. Es posible que en una de estas restauraciones que se hicieron anteriormente se la despojara de una buena parte del oro que originalmente formaba parte de la obra, y que actualmente, no forma parte de él. O quizá fué durante las viscisitudes que tuvo que pasar durante la contienda española.
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