Lunes 11th diciembre 2023,

Educación y Familia

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¿Existe un código secreto en la Biblia?

posted by Vicente
¿Existe un código secreto en la Biblia?

Por @Davidprats77  y  @Vicent_mari

   

     Entramos en materia con la figura de Dios con uno de los misterios –aunque algunos lo llamen con cierto desprecio curiosidad– que más tocan la esencia divina: la Sagrada Biblia, y más concretamente nos referiremos al Antiguo Testamento, los cinco libros que se atribuyen a Moisés y que desde hace siglos se cree que en cuyo texto se esconde un código esperando a ser descifrado. Otros eruditos de tiempos pasados intentaron con mayor o menor fortuna descifrar el mensaje que supuestamente se esconde allí, pero sin embargo, obtuvieron más penurias y vacío que reconocimiento y respuestas. Entre esos eruditos estaba ni más ni menos que Isaac Newton, que enunció la teoría de la Gravedad Terrestre. Newton pasó una parte de su vida estudiando la Biblia y creyó alcanzar algunos descubrimientos: llegó a aventurar que el fín del mundo, el apocalipsis, tendría lugar en 2.060. Según se comenta, los cinco primeros libros que componen el Antiguo Testamento fueron escritos hace unos 3.000 años y según el código tienen referencias a Hitler, a Isaac Rabin, a Newton, Kennedy e incluso Bin Laden entre otros así como el futuro de la Humanidad. Pero, ¿qué hay de cierto en eso? ¿existe realmente un código secreto en la Sagrada Biblia? ¿se ha descifrado? ¿Qué mensaje contiene?

     Vayamos por partes. Como ya avanzamos, nuestro tema más recurrente, y por extraño que parezca, es Dios y la Biblia. Ambos estamos convencidos de que, si existió Dios, no es como nos lo han hecho creer. Y en relación al tema que nos ocupa, y que hasta hace poco se atribuían a Moisés, y que nosotros poníamos en seria duda por varios motivos –entre otros su estilo narrativo y el uso de una serie de palabras-, se ha demostrado que Moisés no escribió la totalidad de los libros, como mucho dos de ellos, posiblemente los dos últimos. Nos costó mucho, pero nuestra teoría es que no escribió ninguno. Lo más seguro es que fueran escribas hebreos entre los siglos IV y III a. C., los que fueron recopilando historias orales que habían ido pasando de generación en generación -y también adaptaron otras leyendas sumerias- aprovechando el éxodo al que fueron obligados tras la conquista por el rey babilónico Nabucodonosor, alrededor del 585 a. C aproximadamente. Teniendo en cuenta que al menos estuvieron en Bablilonia -actual Irak- al menos 50 años, es bastante posible. Lo cierto es que los orígenes del Antiguo Testamento estan un poco difusos, ya que no se conoce con exactitud su autor ó autores o cuando fué escrita. Teniendo todo eso en cuenta, cabe la posibilidad que, de alguna forma, exista un código en la Santa Biblia, insertado por una inteligencia superior. Si es así, ¿Por qué? ¿Quién lo puso allí? ¿Con qué fin? ¿Es cierto que habla de Hitler, Nostradamus, George Bush, Clinton, Isaac Rabin, el atentado contra las torres gemelas, Bin Laden o el asesinado de Kennedy? Si tenemos en cuenta que la Torah se escribió hace unos 3.000 años, el que lo hizo tenía información de primera mano, lo que al menos, plantea un par de cuestiones. Pero no nos adelantemos a las conclusiones.  

     Todo empezó por un fragmento que se halla en el libro del apocalipsis (capítulo 22, versículos 18 y 19) en el que aparece Dios diciendo esto: «Yo aseguro a todo el que escucha las palabras de la profecía de éste libro que si alguno hace añadiduras a ésto, Dios le añadirá a él las plagas descritas en éste libro. Y si alguno quita algo de las palabras de éste libro profético, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritas en éste libro«. Para muchos estudiosos de tiempos pasados este pasaje no pasó desapercibido y este interés fue creciendo a través de los siglos. En el siglo XVIII, un erudito conocido como el Sabio de Vilna escribió que “es regla que todo lo que fue, es y será hasta el fin de los tiempos está incluido en la Torah –el equivalente al Antiguo Testamento-, desde la primera hasta la última palabra. Y no tan sólo en un sentido general, sino hasta el menor detalle de cada especie y cada uno de sus individuos, y hasta el detalle de cada detalle de cuanto le ocurra a éste desde que nace hasta que deja de existir”, lo que motivó la incansable búsqueda del código bíblico. Quizá el más conocido –y también desconocido en este aspecto- buscador de ese código en la Biblia fue nada más y nada menos que Isaac Newton, quien llegó a aventurar que el fín del mundo, el apocalipsis, tendría lugar en 2.060. Newton aprendió hebreo y dedicó media vida a buscar el código sin éxito. Su interés se produjo a raíz de leer éste texto: «Y en cuanto a ti, oh Daniel, haz secretas las palabras y sella el libro, hasta el tiempo del fin. Muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante«. Conviene recordar este pasaje, que pertenece al libro de Daniel, capítulo 12, versículo 4. Incluso Albert Einstein, para muchos el más brillante físico del pasado siglo dijo “La distinción entre pasado, presente y futuro es pura ilusión”. Según él, el tiempo no es lo que parece, no fluye en una única dirección. Para él, el futuro y el pasado coexisten con el presente. Es interesante recalcar esto porque tendremos que tenerlo presente más adelante.

     ¿Es posible que exista un código secreto en la Biblia hebrea? Todo apunta a que sí. A finales del siglo XX, un grupo de matemáticos israelíes consiguieron completar un modelo matemático aplicado a un programa informático con el que se podía descifrar el código que había estado escondido en el texto original de la Biblia hebrea. Pero después de tres milenios de manipulación humana, la pregunta es “¿Cómo se ha conservado inalterable el código después de tanto tiempo?”. La respuesta es sencilla y a la vez, extraordinaria: El texto original de la Biblia no se ha tocado nunca. Todas las biblias hebreas originales que existen en la actualidad son iguales letra por letra. Adin Steinzsaltz, principal traductor de los textos hebreos antiguos, asegura que en el Talmud (el libro que contiene la tradición, doctrinas, ceremonias y preceptos de la religión judía) se señala claramente que cualquier copia de la Torah que tuviera una sola letra errónea debería ser enterrada bajo tierra. Eso nos dice entre otras cosas que, quien escribió los libros pudo haber escondido algo entre sus letras y además que, quien lo hizo, quería asegurarse de que llegaba inalterable desde el principio hasta el fín de los tiempos. Pero además, a nosotros nos dice algo más: que quien lo hizo, tenía información sobre el mundo actual y las cosas que ocurrirían miles de años antes de que ocurrieran. ¿Cómo sinó podría hablar de Kennedy, Hitler, Edison, Nostradamus, Abraham Lincoln, George Washington, Isaac Rabin, Clinton, George Bush, Bin Laden o sucesos como la caída de las torres gemelas o la Segunda Guerra Mundial, el crack mundial de 1.929 ó la llegada del hombre a la luna o “el fín de los días” así como fechas clave en relación a los hechos o personajes? Tal nivel de detalle no es una casualidad. Escalofriante, ¿verdad?  

     Retrocedamos en el tiempo. Hace más de  de 2.000 años, una comunidad de israelitas escondió cientos de rollos de pergamino con los textos originales del Antiguo Testamento en cuevas que rodean el Mar Muerto, por temor a que fueran destruidos. Estos fueron descubiertos accidentalmente por un pastor en 1947, y ahora se conservan en Israel, en un museo llamado Santuario del Libro de Jerusalén. Hay una referencia al “fin de los días”, que se encuentra en un rollo de veintidós líneas llamado Mezuzah, que ocupa un lugar central en la Biblia y que Dios ordenó poner aparte y fijarlo a la entrada de cada hogar. “Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; las escribirás en las jambas de tu casa y en las puertas”, ordenó Dios. Una sola palabra o signo que hubiera cambiado, habría perdido el sentido del texto escondido. Pareciera que Dios quiso asegurarse que el texto no fuera alterado y así perdiera el sentido.

     Aunque fue el rabino H. M. D. Weissmandel a mediados del pasado siglo XX fue el primero en intuírlo, no fue hasta la década de los ochenta cuando el Dr. Eliyahu Rips, un matemático experto mundial en la teoría de grupos (modelo matemático en que se basa la física cuántica), quien lo descubrió, y posteriormente otro físico israelí, Doron Witztum, fue quien completó el modelo matemático para descifrar el código. Este fue corroborado por matemáticos de la Universidad de Harvard, Yale y de la Universidad Hebrea. También fue verificado por un experto en decodificación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Este descubrimiento fue anunciado primero en la revista norteamericana especializada Statistical Science (Ciencia Estadística), no sin antes someterlo al análisis de otros expertos, procedimiento habitual de verificación en revistas de este tipo. El experimento original fue llamado “Secuencias equidistantes de letras en el libro del Génesis”, en cuyo resumen se leía: “El análisis aleatorio (al azar) señala la existencia de información oculta en el texto del Génesis, imbricada en forma de secuencias equidistantes de letras. Su nivel de acierto es del 99.998%”.

     Años más tarde, el periodista americano Michael Drosnin publicó un libro titulado «El código secreto de la Biblia» que ayudó a popularizar el descubrimiento. Drosnin señaló que para ello “tuvo que aprender hebreo y estudiar y comprobar el código durante cinco años” y asegura que “la Biblia tiene la forma de un gigantesco crucigrama. Está codificada de principio a fin con palabras que al conectarse entre sí, revelan una historia oculta”.

     Para llegar a descifrar el código, Rips eliminó los espacios entre palabras, convirtiendo el texto bíblico en una tira de palabras encadenadas que se componía de 304.805 letras. Al hacer eso, estaba devolviendo a la originalidad el texto bíblico, la forma primigenia que le atribuyen los grandes sabios. Según la historia, ésa es la forma en la que Moisés habría recibido la Biblia de Dios: Contínua, sin separación de palabras. Habrían de pasar 3.000 años para que volviera a esa forma.  

     Pero entonces, ¿por qué tuvo éxito Rips en su búsqueda del código cuando otros muchos lo buscaron sin descanso durante milenios sin llegar a dar con él? El propio rabino Weissmandel estaba convencido que había que eliminar los espacios del texto bíblico, unir todas las palabras y buscar saltos de letras equidistantes. De hecho, en el libro del Génesis encontró que en saltos de 50 palabras, desde el principio podía leerse la palabra “Torah”. Y esa misma secuencia con idéntico resultado se encuentra en los otros cuatro libros: Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio. No podía ser casualidad. Weissmandel no logró descifrarlo porque hacía falta una herramienta clave en la codificación: El ordenador. Sin él, no habría podido descifrarse. El código tenía un sello temporal inviolable. Tenía que esperar a ser descifrado cuando el hombre hubiera inventado el ordenador. No antes. ¿Por qué? Nosotros pensamos que, por algún motivo, estaba hecho para que fuera leído en un momento concreto de la historia de la humanidad. Un momento clave.    

     A través del modelo matemático aplicado a un programa informático, el computador explora esta gigantesca tira de letras, nombres, palabras y números. Se elabora una pregunta y a través de complicadas operaciones aritméticas comienza su búsqueda. Empieza por la primera letra de la Biblia y verifica todas las secuencias alternas posibles: palabras formadas por saltos de 1, 2, 3 y así, hasta varios miles de espacios. Luego repite la búsqueda empezando por la segunda letra, luego por la tercera, la cuarta, hasta llegar a la última letra del texto. Como en un crucigrama, la información codificada puede aparecer en forma vertical, horizontal o diagonal. Cuando localiza una palabra clave, el computador se dedica a buscar información relacionada con ella que encuentra generalmente en el mismo tramo del texto.    

     Sin embargo, nadie puede explicar, cómo fue creado el código. Todos los científicos, matemáticos y físicos que han aceptado su existencia, coinciden en señalar que ni los más veloces ordenadores de que disponemos, incluidos los del Pentágono, las unidades centrales de la IBM, ni todos los computadores del mundo trabajando juntos, podrían obtener un texto como el que fue codificado hace tres mil años. Según el Dr. Rips, la información contenida en él “es infinita”, pero para acceder a esa información, como en todo código que se precie, es necesario poseer una clave. De hecho, si se le pregunta al código, la respuesta que nos ofrece es bastante elocuente: “Fue hecho por ordenador”.

     Hay muchas diferencias con otras profecías, que podrían parecer ambiguas. El código contenido en la Biblia ofrece detalles precisos como fechas, ciudades, nombres y sucesos como guerra, holocausto, terremoto o asesinato, como sucedió con el caso de Isaac Rabin, cuyo asesinato y su autor aparecen anunciados en el código y que fue descubierto uno u dos años antes de que sucediera y que sin embargo, no pudo impedir su muerte. Además, advierte de otros terribles peligros a la Humanidad. Habla de cometas, de lluvia en el cielo, de el fín de los días… y si lo que se busca es algo más concreto, ocultos en la Biblia se encuentran referencias al atentado de la secta religiosa en el metro de Japón con el gas sarín, el atentado terrorista de Oklahoma, con el nombre de Timothy McVeigh, condenado por la explosión, y muchos otros sucesos y personajes que poco a poco están saliendo a la luz pública. Las palabras formaban una matriz de crucigrama. Los hechos demuestran a las claras que el código de la Biblia permite identificar grupos de palabras entrecruzadas que contienen bloques homogéneos de información. Junto a «Bill Clinton», la palabra «presidente». Junto a «alunizaje», «nave espacial» y «Apolo 11». Junto a «Hitler», «nazi». Junto a «Kennedy», «Dallas». «Guerra mundial», «Hitler» y «holocausto» aparecen codificados en la Biblia en el último libro del Antiguo Testamento. «Este mundo devastado, guerra mundial» se lee en una misma secuencia la única vez que «guerra mundial» aparece. En el código figuran los nombres de todos los líderes de la segunda guerra: Roosevelt, Churchill y Stalin, además de Hitler. También se hallan codificados junto a «guerra mundial» los principales países implicados en la contienda: Alemania, Inglaterra, Francia, Rusia, Japón y Estados Unidos. En la Biblia están codificados centenares de hechos cruciales para el mundo, desde la segunda guerra mundial hasta el escándalo del Watergate, el Holocausto, la bomba de Hiroshima, la llegada del hombre a la Luna o el reciente impacto de un cometa en Júpiter.

     El libro del Apocalipsis anuncia que «será Satanás soltado de su prisión y saldrá a seducir a las naciones de los cuatro extremos de la tierra, a Gog y a Magog, y a reunirlos para la guerra, numerosos como la arena del mar. Subieron por toda la anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y de la ciudad amada. Pero bajó fuego del cielo y los devoré». En el código de la Biblia sólo una capital del mundo aparece ligada con «guerra mundial» u «holocausto atómico», y ésta es «Jerusalén». Si atendemos a lo que nos dice el código y el propio texto bíblico, la Humanidad está a punto de enfrentarse a una sucesión de catástrofes y guerras que podrían poner a la especie en peligro de extinción. De hecho, se habla de “el fín de los días”.

     Pero, ¿Qué es lo que nos anuncia la Sagrada Biblia? ¿Un hecho inevitable? Sinceramente, no lo creemos. Si codificó un mensaje en la Biblia y se aseguró de que no fuera alterado, no creemos que fuera para señalarlos nuestro destino como especie, sino por otra razón mucho más poderosa: advertirnos de lo que ocurrirá si no tomamos las medidas adecuadas. De hecho, Dios dijo que la Sagrada Biblia era el “libro de la salvación”. Tal vez nos estaba ofreciendo una pista sobre su uso.

     El Código de la Biblia, al evocar las creencias de los antiguos esenios conservadas para nosotros, también parece sugerir que desempeñamos un papel significativo en el curso de los acontecimientos, incluso de aquellos que ya están en movimiento en forma de posibilidades. ¡Según parece, nuestro papel es tan importante que puede que hasta cambiemos el curso de los hechos! «¿Lo cambiaréis?», parece ser una pregunta directa hecha a aquellos que con seguridad leerían el mensaje del criptógrafo tres mil años después de que fuera escrito. Es como si quien o quienes lo realizaron supieran que seria necesario disponer de tecnología altamente sofisticada para comprender su código; como si nos recordaran que ahora, cuando estamos descifrando el mensaje de los criptógrafos, es cuando estamos preparados para participar en el despliegue del tiempo y cambiar las posibilidades más oscuras del futuro. ¿Cómo puede ser que hayan aparecido ahora estos y otros mensajes en un manuscrito que fue cifrado hace más de tres milenios? El Código de la Biblia nos devuelve a las mismas preguntas a que nos han conducido las otras profecías. Sin embargo, su texto y su pregunta nos sugieren que podemos cambiar las cosas, que está en nuestra mano. Si no lo hacemos, la Biblia nos indica lo que sucederá.

     Nuestra teoría es bastante clara: Dejando a un lado la proyección de la figura de Dios de la que hablaremos otro día, para ambos es muy claro que quien elaboró el código contó con un instrumento de codificación muy potente. Más potente del que habría en la actualidad. El hecho de que tenga tanta información y tan concreta al respecto sugiere tres posibilidades:

Primera: Que alguien del futuro o el presente (una persona, Dios, un extraterrestre u otro ente),  testigo del declive de la humanidad o ante una gran catastrofe que amenaza la vida humana o el planeta, y disponiendo de las herramientas tecnológicas adecuadas, viaja al pasado, codifica los hechos en forma de advertencia en un Libro Sagrado y advierte que ninguna de las letras debe ser alterada. De alguna forma se la pasa a una persona -o grupo- con la suficiente integridad y carisma cuya influencia permite que el libro se popularice y se extienda.

Segunda: Que existe Dios, conoce lo que ocurrirá y que nos pasó la Biblia codificada para advertirnos del futuro que nos aguarda si no seguimos las enseñanzas del  Libro Sagrado.

Tercera: Que alguien del pasado (una persona, Dios, un extraterrestre u otro ente), ha visto de alguna forma lo que va a ocurrir, y con la tecnología adecuada, ha codificado un mensaje en la Biblia.

     ¿Cuál de las tres parece tener más sentido?      

     Puedes leer otros artículos de la sección “Enigmas y Profecías” pinchando en el enlace.

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