Dios y su huella en la Bíblia… y en la Historia

Por @davidprats77

     No he tomado plena conciencia de mi tarea hasta que me he enfrentado a la hoja en blanco. Explicar por qué creo en una figura divina es una tarea difícil. No ya que uno crea o no en un Dios, sea quien sea o sea lo que sea. Lo difícil es explicarlo, razonarlo para que lo comprenda alguien no creyente. Mi amigo @vicent_mari y yo llevamos mucho tiempo debatiendo acerca de esta figura, y pese a que en un principio, nuestras posturas estaban muy enfrentadas, el tiempo y los argumentos de cada uno han propiciado que en la actualidad, nuestros puntos de vista se hayan acercado mucho hacia un punto de equilibrio, o lo que es lo mismo, un acuerdo sobre la visión que cada uno tenemos de este tema. Sin embargo, cuando intentamos redactar un texto conjunto sobre Dios, nuestras diferencias asomaron.

     Ser creyente significa creer en Dios sin necesidad de pruebas. Y para mí, creer en Dios es creer en un poder superior que vela por nosotros, la humanidad, que nos guió en los primeros pasos y que ahora, sencillamente nos vigila sin intervenir, ya que somos capaces de caminar para llegar a nuestro destino, sea el que sea. Creo en una figura espiritual más que física, una divinidad que nos dio forma y contenido, y a la que debemos muchas de las cosas que hoy disfrutamos.

     Para explicar fielmente mis opiniones acerca de este tema, habría que definir a qué nos referimos cuando hablamos de Dios. Evidentemente, hay que pensar que, de alguna manera, se trata de un ser superior, ya que, si seguimos fielmente el texto bíblico, fue el que generó a la especie humana –y todos los seres vivientes- tal y como la conocemos hoy. Y tomo como referencia a la Sagrada Bíblia porque, en todas sus páginas, y a pesar de todo lo que cuenta, no se ha encontrado todavía un error, el más mínimo, que suponga una flagrante falsedad que hayan podido demostrar los historiadores o los investigadores. A pesar de todo el tiempo que ha transcurrido desde su aparición, más de 2.000 años, su integridad es su fortaleza. A pesar de que en muchos pasajes, su texto parece fantástico, lo tomo como cierto.

     Pero la figura divina, Dios, Alá, Jehová o cualquier otro nombre que se le atribuya, plantea numerosos e importantes interrogantes. No está muy definida la figura de esta divinidad precisamente porque se considera espiritual, no física. En ninguno de los pasajes de la Biblia se le ve, a lo sumo se le interpreta a través de figuras de animales –palomas- sueños o voces. Sin embargo, tanto Vicente como yo hemos llegado a un nexo común al suponer que Dios, tal como nos lo han contado, no existió. Existió una divinidad, alguien superior, pero no me cuadra el retrato que hace la Biblia de él/ella. Si se supone que es un ser bondadoso, en demasiadas ocasiones pide genocidios, sacrificios rituales o aniquila a otros humanos. Ser creyente no significa ser ciego ante estos hechos. Sí creo que Dios, sea físico o espiritual, un ser divino o no, de otro planeta, o de otro tiempo, inmortal o no, fue un ente superior –aunque fuera tecnológicamente, mental, espiritual o físicamente-, ya que poseía los conocimientos para darnos vida o bien, modificarnos biológicamente para que la especie humana evolucionara y ocupara el primer escalón de la evolución, la especie superior, la mejor adaptada. Así que, si aunque existiera el hombre o una especie humana menos evolucionada, si Dios le introdujo una variación genética o biológica que le mejoró, tal vez por eso la Biblia dice que creó al hombre a su imagen y semejanza.

     Yo creo en Dios, si. Pero no en el mismo Dios que creen la mayoría. He sido un estudioso de la Biblia, me he hecho preguntas, he buscado respuestas y muchas de ellas he creído encontrarlas. No me avergüenza decir que muchas de esas preguntas me han venido por parte de mi alter ego en esta lucha, en esta investigación. Y si yo tenía una imagen de Dios, ahora esta aparece más difuminada, aunque el fondo de la cuestión sigue siendo el mismo: creo que existe o existió un Dios que, de alguna forma, llenó de vida la tierra y eligió al hombre como dominador del planeta y las criaturas que hay en él.

     Vicente me ha preguntado muchas veces sobre muchos temas del Génesis. Yo también me he hecho preguntas y de nuestra colaboración han surgido grandes conclusiones y respuestas sorprendentes. Nos preguntamos sobre hechos que en un primer momento parecen no tener demasiada base y que, a través de investigaciones históricas rigurosas de diversas fuentes, encajan con lo que pone el texto bíblico. Una de nuestras cuestiones favoritas es por qué en algunos pasajes de la Biblia, a algunos se les llama hombres y a otros, “hijos de Dios”. La pregunta es obligada: ¿Quizá Dios pudo engendrar descendencia con alguna mujer mortal? No es descabellado, ya que en la mitología griega este hecho se da con relativa frecuencia. Sin embargo, no parece el caso, ya que un hecho de este calibre supondría una separación de clases que, tarde o temprano derivaría en un conflicto, que tal vez existiera. Y de ese conflicto, es muy posible, los hombres terminarían siendo los perdedores. Pero nada de eso ha trascendido hasta nuestros días. Quizá porque ese conflicto se efectuó en una zona concreta y aislada: las montañas del Zagros, en la actual zona norte de Afganistán, donde el hombre cruzó la frontera de ser nómada a establecerse. Ese paso se originó allí y presuntamente, en otros cinco puntos del planeta: Egipto, Centroamérica, China, la actual Brasil e India. Y esto no lo digo yo. Esto pertenece a la historia y aparece en numerosos libros de consulta de grandes investigadores e historiadores. En la zona del Zagros, es donde se ubicó el Edén bíblico (ver artículo), y allí, teóricamente, es donde se desarrolla la historia de Adán y Eva. Que Adán y Eva se marcharan de allí y tuvieran descendencia explicaría que en las zonas del planeta más próximas a Afganistan empezaran los asentamientos humanos. Pero esto último es teoría mía. Se cree que Adán y Eva existieron aproximadamente en el 5.500 – 6000 antes de Cristo, hace unos 7.500 – 8.000 años.

     Mi amigo @vicent_mari ofrece una explicación plausible: cuando Dios dice que creó al hombre, lo que hizo fue mejorarlo a través de un proceso de –posiblemente- mezcla genética: mezclar su ADN con el de los humanos de aquel tiempo, lo que originó una serie de mejoras biológicas, entre las cuales podría encontrarse el habla, el desarrollo del lenguaje, una mejora que ayudó mucho al hombre y que no está muy claro como sucedió aunque muchos investigadores ofrecen numerosas hipótesis, entre las que destacan que esta mejora sucedió en una zona próxima al mar muerto denominada “Lisam”, que significa lenguaje. Si eso fue lo que sucedió, esta mejora genética se expandió con cada generación hasta llegar a dominar la zona del Zagros, Sumeria y Mesopotamia. Como teoría está bien, pero no hay que olvidar que en esa misma época, había otro imperio en la zona que empezaba a levantar una cultura y realizó construcciones que todavía hoy permanecen, y que ellos no lo hicieron ayudados por Dioses. Es una más de nuestras disputas, pero ni de lejos la única.

     La Iglesia y la Biblia nos dice que la Fe consiste en creer sin necesidad de tener pruebas. De hecho, nos pide que no las busquemos, que simplemente creamos. Yo creo que existe alguien que transciende el tiempo, que lo domina y lo usa a su antojo, un ser inmortal que nos creó y que nos vigila sin intervenir en nuestra vida, en nuestra historia como especie.

     Pero hay algo que me dice sin ningún género de dudas que Dios existe o existió alguna vez. El código que hay oculto en las páginas de la Biblia (ver artículo). Tradicionalmente se pensó en que este libro había sido escrito por Moisés, o por escribas de aquel tiempo, pero no está claro cómo o gracias a quien aparece este texto tan importante. Parece sacado de la niebla de la historia. Hay muchas teorías al respecto, pero ninguna concluyente o sólida que aparezca como verdadera. Eso ya es sospechoso, pero no es lo único. Hace pocos años, a principios de los ochenta, hace ahora aproximadamente unos treinta años, un matemático israelí –Eliyahu Rips- descubrió una especie de código oculto en la Bíblia utilizando un algoritmo matemático. Ese código podía ser descifrado gracias a un programa de ordenador. De hecho, lo más espectacular del hallazgo es que el código no podía haberse descubierto hasta que no se aplicara la tecnología informática. Sólo hasta este momento. El código habla de todo lo que queremos saber, sobre los hombres, sobre nuestra historia, y posiblemente, sobre nuestros orígenes y sobre nuestro creador, Dios.

     Según los últimos descubrimientos, ese código, que aglutina el texto bíblico sin espacios, todo seguido, hace referencia a personajes de la talla de Newton, Napoleón, Nostradamus, distintos papas, Abraham Lincolm, Hitler, o más recientemente como Osama Bin Laden, Nixon, John Fitzgerald Kennedy, Isaac Rabin o Netanyahu entre otros. También habla de sucesos trascendentales para la historia como la primera o la segunda Guerra Mundial, la caída de las torres gemelas en 2.001, la llegada del hombre a la luna así como del asesinato de Rabin como de JFK. Personajes y hechos que estaban ocultos en el libro sagrado desde hace más de 2.500 años. Todo eso me lleva a pensar que ese texto no lo escribieron humanos de aquella época, sino que, de alguna forma, ese texto nos lo pasó un poder superior. Nos pasó un código al que podríamos acceder cuando hubiéramos efectuado un progreso previo: la informática y los ordenadores.

     Dicho esto, es más fácil para mí creer en un ser superior que sabía todo esto que ha pasado y lo que pasará y lo ocultó o codificó en un libro –del que se dice que Dios pidió que no se cambiara ni una sola letra-, que pensar que lo hizo un escriba y que todo cuadra de forma inverosímil y casual. No creo en tanta casualidad. Sí creo que Dios está tras los pasos del hombre, en su origen y probablemente, en su destino final. Quizá por eso, a la Biblia se la denomina el Libro de la Salvación.

         Puedes leer otros artículos de la sección “Enigmas y Profecías” pinchando en el enlace.