Por Cristina A. Tur
Dijo la consellera de Cultura, Pepita Costa, que los ibicencos no conocen su patrimonio, pero el Pont Vell de Santa Eulària y la Font d’en Lluna que se halla bajo uno de sus arcos deben constituir una de las pocas excepciones. Será por su leyenda, aunque ni siquiera es original y se asemeja a muchas otras de muchos otros puentes del mundo. Será que el diablo se ha quedado allí después de llevarse el alma de un alcalde. El Pont Vell fue declarado Bien de Interés Cultural, en la tipología de monumento, en agosto de 2006, y aunque se ha discutido si su origen es romano, con o sin diablo, lo cierto es que la primera referencia de él que existe en los documentos es del año 1717.
En el fondo de la Font d’en Lluna hay un espejo. Y no es parte de la leyenda. Quizás sí sea parte de algún ritual, porque todavía hay quien considera mágica la fuente y usa noches especiales para pedir deseos, como antaño, dicen, hacían las brujas. Y es que además ahora, tras las últimas e intensas lluvias de noviembre, la balsa de la fuente está limpia y llena, y cierto es que hasta apetece bañarse a la luz de la misma luna que le da nombre. Pero es precisamente por la noche cuando las leyendas cobran vida para los supersticiosos.
Este año, el Ayuntamiento ha finalizado la señalización de los márgenes del río, desde su desembocadura hacia el Pont Vell y, detrás de él, el Pont Nou, y en uno de los paneles informativos que pueden verse aparece una de las leyendas favoritas de los ibicencos, la del pequeño ser hiperactivo que si uno libera de una botella deberá ofrecerle comida o trabajo para evitar que, en su ansia, arrase con todo. Cuentan que existía una plegaria para aplacarlo, pero precisamente esa parte de la leyenda se ha perdido. El Pont Vell, al parecer, era uno de los lugares apropiados para hacerse con uno de estos bichos, llamados fameliars.
Pero la leyenda principal del puente hace referencia al mismísimo diablo, al diablo y sus tratos con el alcalde del pueblo. No es una leyenda muy original, porque se explica la misma, o similar, para muchos otros puentes a lo largo y ancho del mundo, pero cuenta que el pueblo tenía problemas para conseguir un puente que no se cayera y el diablo necesitaba uno mágico por el que poder hacer llegar sus huestes a la villa. El alcalde, sabiendo que pactaba con el mismísimo Satán, accedió a que él construyera el puente, en una sola noche y a condición de que suya fuera la primera alma que lo cruzara. Hecho el puente, el alcalde, que se creía muy listo, quiso engañar al diablo entregándole el alma de un perro, el primero que pasó sobre las piedras del puente. El demonio, en realidad, ya daba por suyo al alcalde y, fingiendo aceptar con savoir faire la treta, con él cruzó el puente en dirección al pueblo y de esta forma se quedó su alma. Nunca antes, ni después, un alcalde había hecho tal sacrificio por el bien de su pueblo.
La leyenda tiene variantes, por supuesto, y una de las más extendidas asegura que el diablo sí se enfadó, tanto que intentó derribar el puente sin conseguirlo, aunque de él saltaron unas piedras que ya jamás pudieron ser colocadas de nuevo en su lugar.
Y, más allá, o más acá, de la leyenda, el puente, con sus cuatro arcos y su sencilla estructura, es el puente más importante de cuantos hay en las Pitiüses, y por ello fue declarado monumento en el año 2006. Su construcción fue necesaria para el constante trasiego de sacos de harina de cereal que se molía en los molinos de Santa Eulària y que se enviaba a la villa de Eivissa, y de los cereales que debían llegar a los molinos. Y probablemente fue restaurado y ensanchado entre los siglos XIX y XX.
Se llamó, de hecho, Pont des Molins hasta que, en 1918, se construyó el puente nuevo.
El Pont Vell es uno de los siete puentes (sin contar el de hierro y madera instalado en la desembocadura) que encontramos en los 18 kilómetros de recorrido del río de Santa Eulària, un río que por primera vez se calificó como tal en el año 1536 y que nace en la comarca de Besora, en territorio de Sant Antoni, y pasa junto a Santa Gertrudis. El número 7, dicen, es el número de Satán. Pero también es el de Dios.
La fecha. El puente fue declarado BIC el 1 de agosto de 2006 y consta de un primer tramo con tres arcos rebajados e idénticos, y un segundo tramo que salva un desnivel con un cuarto arco solitario y más estrecho.
Valor añadido. En el río pueden observarse patos, garzas, cormoranes, gallinetes d’aigua, fochas, quizás algún martín pescador o algún carricero. También llises en el agua y tal vez alguna rata cruzando el río.
Extraído de http://territorioibiza.wordpress.com/
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