Por M. T. M., diariodeibiza.es
Una mujer de entre 26 y 44 años. Ése es el perfil del emprendedor en las Pitiusas, según explican los responsables del gabinete de autoempleo de la Petita i Mitjana Empresa d´Eivissa i Formentera (Pimeef), Àngels Marí y Vicent Tur. El año pasado atendieron a un total de 196 personas que querían montar su propio negocio y 104 de ellas eran mujeres. «Hay más mujeres porque a ellas les afecta más la crisis y el desempleo y también porque muchas de ellas buscan poder conciliar trabajo y familia», explica Àngels Marí, que también es secretaria general de la Pimeef.
«Muchas vienen de una baja maternal, quizás alargada con una excedencia, que quieren volver al mundo laboral, pero que ven que con el empleo que tienen será complicada la conciliación», añade. Sin embargo, Marí destaca que pensar que de esta manera tendrán más tiempo es uno de los principales errores que comete la gente a la hora de crear una empresa. «En la fase de lanzamiento requiere todo tu tiempo», asegura la economista, que destaca que también hay muchas mujeres que llevan mucho tiempo en paro y que buscan en el autoempleo una salida.
Sin embargo, la mayoría de los emprendedores tienen trabajo cuando deciden montar su empresa. «En estos casos son personas con experiencia en el mundo laboral que han detectado unas necesidades o carencias en el sector en el que trabajan y creen que lo podrían hacer mejor», apunta Marí, que considera que haber trabajado es «un requisito indispensable» a la hora de crear una empresa. «También hay gente que lleva tiempo en el paro y que ve en el autoempleo la única salida», apunta Tur.
Ayudas y bonificaciones
Marí destaca que las bonificaciones para los autónomos han favorecido a los que quieren lanzarse al mundo empresarial. Tur hace hincapié, sobre todo, en la Ley de Emprendedores que limita la responsabilidad civil y salvaguarda la vivienda. También ha contribuido la ayuda de 5.000 euros (6.000 en el caso de las mujeres en paro) que concede el Govern a las personas que se autoempleen por primera vez. «Es a fondo perdido, pero deben estar tres años, si no, deben devolver la parte proporcional», matiza Tur, que enumera otras ayudas interesantes, como el descuento del 15% en el impuesto de sociedades durante los dos primeros años que una empresa nueva dé beneficios o la posibilidad de capitalizar el paro y dedicar el cien por cien a la inversión. «Estas ayudas son un empujón para los emprendedores», considera la secretaria general de la Pimeef, que lamenta que las ayudas del Govern se hayan reducido en los últimos dos años. Además de contar con más ayudas la Pimeef reclama a las administraciones una «ventanilla única» en la que poder hacer todos los trámites. «Se vuelven locos yendo de un lugar a otro con los papeles», denuncia.
Marí comenzó con este servicio en 2005 y asegura que desde entonces, y sobre todo debido a la crisis, la actitud de los usuarios ha cambiado mucho. «Ahora la gente se lo piensa tres veces, estudia muy bien las previsiones, optimiza mucho los costes y tienden a proyectos más pequeños que pueden ampliar luego», detalla Marí. «Tiene más claro lo que quiere y lo que no», apunta Tur, que añade que la mayoría necesitan asesoramiento sobre la forma jurídica que más les conviene, los trámites que deben realizar, las licencias que deben solicitar, qué vías de financiación tienen y dónde deben acudir para solventar todo esto. Además, les ayudan con el plan de empresa que deben presentar al ISBA (la sociedad de garantía recíproca de Balears) y a los bancos.
«Antes nos encontrábamos con mucha gente que venía sólo por las subvenciones. Ni siquiera sabía qué quería montar y diseñaba su negocio en función de las ayudas a las que pudiera optar. Es un punto de partida muy equivocado», comenta Marí.
Àngels Marí explica que la gente no tiene muy claros los números –«no son realistas»– y que muchos se sorprenden cuando descubren que necesitan más dinero del que piensan para poner en marcha su negocio o la caja que tienen que hacer cada día para cubrir los gastos y poder tener su propio sueldo. «La mayoría te dice que tendrá precios mucho más competitivos que los demás y que por eso están seguros de que les irá bien. Pero cuando te sientas con ellos a hacer números y ven que además de los gastos del local y el producto tienen que pensar en el IVA, el impuesto de sociedades, el IRPF… Se dan cuenta de que no pueden ofrecer esos precios», explica.
«Muchos te dicen que no les importa no cobrar al principio, pero es necesario para la motivación. Si te dedicas al negocio de lleno y no recibes nada durante tiempo te vienes abajo», justifica Marí, que también destaca que ha cambiado mucho la relación con los bancos. «Engañarles diciendo que necesitas más dinero del que en realidad necesitas para tener un margen ya no cuela», asegura Àngels Marí, que insiste en que ellos únicamente aconsejan. «Luego, cada persona puede tener en cuenta lo que le decimos o no», comenta la secretaria general de la Pimeef, que destaca que bastantes de los primeros emprendedores a los que asesoraron aún tienen sus negocios en marcha y les va bien. A pesar de la crisis.
“Hasta los dos años, no vi nada de dinero para mí”
Estar en plena crisis no frenó a Alanna Thomson Hayes. El 2 de marzo de 2011 su academia de baile, Banana Dance Studio, impartía las primeras clases. Tenía 21 años, había pedido un préstamo, había contratado a tres personas y sentía mucha responsabilidad sobre sus hombros. «Todo el mundo me decía que tuviera cuidado, pero era mi sueño y confiaba en él», recuerda Alanna, embarazada de ocho meses. Cuatro años después la academia sigue en pie, a aquellas tres empleadas –«que aún siguen conmigo»– se han sumado otras dos, además de varios autónomos que imparten algunas clases.
«A veces pienso que si hubiera sabido cómo iba a ser el primer año no lo hubiera hecho, pero ahora estoy encantada, me siento muy orgullosa de haberlo hecho todo yo sola», explica la bailarina y empresaria, que señala que lo que más le costó de ese primer año fue «ser jefa». «Tomar decisiones, sobre todo con los padres, gente que te decía que si no había venido una semana no tenía por qué pagar el mes entero, por ejemplo. Eso me ponía nerviosa», recuerda. Ahora ya lo lleva mucho mejor, confiesa Alanna, que asegura que quien cree su propia empresa pensando que trabajará «menos» se equivoca: «Es muy bonito porque eres tu propio jefe, tomas tus decisiones y puedes organizarte para coger unos días, pero estás las 24 horas en el trabajo. Yo tengo la cabeza en la empresa todo el día, nunca desconecto», asegura Alanna, que hace hincapié en que ha tardado dos años en comenzar a tener beneficios.
La ibicenca asegura que con el estudio ha hecho realidad el sueño de cuando era niña. «Toda la vida había hecho danza, cuando me fui a Inglaterra a estudiar el Bachillerato escogí las asignaturas de danza y luego estudié en una escuela allí. Con 21 años tuve que decidir si me quedaba allí o volvía. Me llamaba irme a Londres, pero me había enamorado y la isla me tiraba mucho. De pequeña mis padres se quejaban de que para ir a baile tenían que bajarme todos los días a Vila y siempre había tenido eso en mente», explica la bailarina, que señala que una vez que se puso con el proyecto «todo sucedió muy fluido». Desde el local al préstamo.
“Sólo mi madre, mi chico y el banco creyeron en mí”
Cuando en 2007 Bea Casado decidió dejar un trabajo «fijo y con un buen sueldo» en el Casino de Ibiza para montar Erotic and chic, su tienda erótica, todo el mundo le dijo que estaba loca. «Sólo mi madre y mi chico creyeron en mí. Y el banco, que me dio el crédito a pesar de que el Isba no avalaba el proyecto», comenta sentada en el sofá rojo de su establecimiento, rodeada del que es su último proyecto: cajitas con varios productos para que los hoteles dejen a los clientes en las habitaciones. Una idea de hace un par de años que este verano empezará a ser una realidad y con la que está muy ilusionada.
El momento más duro de todos estos años lo tiene claro: «Hace cuatro años, cuando tuve que despedir al único trabajador que he tenido, pero es que no podía asumir ese coste. Nos fríen a impuestos y con la Seguridad Social». Consecuencias de la crisis. «Montar un negocio es difícil, duro, pero en ese momento tienes una ilusión y un empuje que puedes con todo. Lo más complicado viene después», reflexiona Bea, que también se enfrenta a la competencia: «Cada año abren una o dos tiendas eróticas, pero acaban cerrando».
A pesar de las dificultades, Bea afirma que está «muy feliz» con su tienda y asegura que volvería a tomar la misma decisión de dejarlo todo y embarcarse en el mundo empresarial. «Mi tienda es mi primera niña. Yo soy feliz y me dedico a hacer más feliz a la gente, que es para lo que la monté», comenta con una gran sonrisa mientras se dirige a atender a una clienta.
Para Bea, el secreto de que un negocio funcione está en dedicarse de lleno a él y «mimarlo». «Hay quien se cree que se trata de abrir y esperar a que la gente entre. No. Tienes que moverlo, buscar la manera de que la gente entre, preocuparte por el escaparate… Algunos vecinos me preguntan qué pueden hacer para atraer clientes», explica Bea, contenta porque este San Valentín «ha sido el mejor» desde que abrió la tienda.
Con una niña pequeña, asegura que es muy consciente de los riesgos de ser empresaria. «Si yo un día tengo que cerrar me quedo sin nada. Ni indemnización ni paro. Además de la sensación de fracaso», explica.
“Es sacrificado, pero también muy gratificante”
«He pasado de los tacones al delantal», comenta Maria Cardona, propietaria de Sa cuina de tots, empresa de comidas para llevar que montó hace seis años. Maria era comercial de una empresa, llevaba en ella 17 años, tenía un sueldo fijo, pero quería trabajar para ella, así que lo dejó y se convirtió en empresaria. «Tener un negocio es sacrificado, le dedicas muchísimas horas, pero también es muy gratificante, no me arrepiento para nada de la decisión que tomé», afirma.
Abrió en Sant Antoni, en Cala de Bou, y dos años después, con la crisis, abrió un segundo establecimiento en Vila. Dentro de un año liquida los dos préstamos que tuvo que solicitar. Y no descarta, «sin prisas», traspasar uno de los dos para poder centrarse de lleno en uno de los establecimientos. «En el de Sant Antoni estoy yo y en el Vila, mi hermana Cati, sin ella no habría podido hacerlo porque me gusta estar muy encima de todo para asegurarme de que se está haciendo bien», indica. En el momento de crear la empresa tuvo que enfrentarse a la burocracia, los trámites y los bancos. «El primero me denegó un crédito de 50.000 euros a pesar de que tenía el aval de ISBA», explica.
Maria explica que el camino no ha estado exento de momentos duros, de bajón, sobre todo al principio. «En casa, con mi marido, a veces le dábamos vueltas a si podríamos sacarlo adelante. Cuando pides el préstamo, empiezas a meter arquitectos en el local y ves los gastos te preguntas si podrás conseguirlo», confiesa.
Montar el negocio le ha cambiado hasta la tensión: «Siempre he sido de tensión baja y ahora ya estoy medicada como hipertensa». Y advierte a quien piense que montar una empresa significará tener más tiempo libre: «Es muy sacrificado. Cerramos sólo dos días al año, en Navidad y Año Nuevo, y este ha sido el primer invierno en seis años que he tenido vacaciones. Cuando empiezas son 24 horas dedicadas al negocio», comenta Maria, que reconoce que el hecho de que su marido, José, esté prejubilado le ha ayudado a poder dedicarse a su empresa. «Cuando lo pusimos en marcha me dijo ´enséñame a planchar, a fregar, a todo lo de la casa, que ya lo haré yo´», explica.
Cortesía de Diario de Ibiza
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