Por @vicent_mari
No esperaba que un texto escrito en un clima de crispación e indignación por la muerte de las cabras de es Vedrà y que fue escrito de un tirón, en caliente y con la sangre hirviendo tuviera una respuesta y una aceptación como la que ha tenido, que ha sido compartido en masa a través de las redes sociales Facebook y Twitter. Tal vez el juego que ha dado el título más que su contenido ha sido lo que le ha conferido cierta popularidad. No obstante, quisiera añadir unas líneas en un tono más sereno y pausado, y con esto dar por finalizado este tema.
Después de leer la opinión del biólogo Jaume Estarellas (“El mal menor de matar a las cabras” cuya lectura recomiendo para obtener una visión más completa y profunda del problema) en un artículo publicado en Diario de Ibiza, defendiendo la actuación sobre las cabras de Es Vedrà, he de hacer una puntualización que considero necesaria: A mi entender, la gente comprende y respeta en mayor o menor medida que había una degradación natural seria en el islote por culpa de las cabras. Creo que la gente comprende en mayor o menor medida que, al ser un espacio natural protegido, la clase política ha creído que había proteger los endemismos del islote. De hecho, creo incluso que la gente podría entender que había que matar las cabras porque no había otros medios o estos resultaban demasiado caros o demasiado dilatados en el tiempo. La gente incluso podría entender que sacrificar esas cabras fuera el mal menor pese a que en es Vedrà ha habido un buen número de cabras desde hace siglos.
Partiendo de la base que, como asegura Estarellas, la mejor solución o el mal menor fuera el exterminio inmediato de las cabras, entiendo que ese no es el motivo de indignación de la ciudadanía. Que no se equivoque nadie. La gente no está indignada por eso, sino por la forma de actuar, disparando cruelmente a unas pobres cabras como si aquello fuera un safari. Tal vez en Mallorca sea una práctica habitual e incluso necesaria para el frágil equilibrio del ecosistema, pero aquí, esa forma de actuar no se ha entendido ni mucho menos aprobado. La sociedad ibicenca está sensibilizada y traumatizada por el sufrimiento infligido a esos pobres animales y a sus crias. El comentario unánime que se oye en las conversaciones es que ha sido una salvajada, una matanza y algo propio de carniceros.
No ha sido el exterminio de las cabras, sino la forma de administrarla. Si se hubiera buscado un medio más humano, más amable, no tan a sangre fría, estoy convencido que la gente no hubiera encendido las redes sociales e incluso se habría resignado a esta pérdida. Pero en vez de eso, las imágenes que se vienen a la memoria es de animales despedazados a tiros, con el consiguiente sufrimiento de sus congéneres al comprender que ellos correrían la misma suerte. Y encima, se han dejado los cadáveres de esos animales en pleno islote, a merced de los carroñeros.
Con esto doy por zanjado el tema. Ya no se puede hacer nada. Estoy convencido que @miquelvericad ha creído que era una solución viable, y al ser mallorquín, quizá ha visto natural el método empleado en es Vedrà que, tal como asegura este biólogo, se hace en la Serra de Tramuntana, donde, por las mismas causas, se matan a tiros casi 2.000 cabras al año. En mi opinión, y a tenor de las últimas informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación, a falta de información directa y de primera mano que no sean las palabras de los responsables políticos, es que se ha ocultado información de interés y que eso solo obedece a intereses políticos -y espero que no personales- que pasado un tiempo se descubrirán, como siempre ocurre. En cuanto a Vericad, estoy convencido que si hubiera imaginado el revuelo que se ha organizado, se lo hubiera pensado dos veces e incluso alguna más. No justifico ni los insultos ni las amenazas que asegura e imagino habrá recibido, pero creo que él debería entender esta reacción. No creo que haya habido mala fe por parte de los poderes políticos, pero sí se les puede achacar una excesiva pasividad para tratar de encontrar una solución alternativa y hasta cierto punto una alarmante falta de medios. Los ibicencos no lo hemos visto igual y esto, el señor Vericad, debería entenderlo y respetarlo. Aquí esto no se había hecho nunca. Los ibicencos le habíamos tomado cariño a esos animales que, sin hacer otras cosa que lo que su genética les dicta, han encontrado una muerte cruel y salvaje. El sacrificio de las cabras por otros métodos –como se hace con los animales domésticos que han sido desahuciados- más humanos y con la intención de evitar sufrimiento a esos animales hubiera ahorrado toda esta polémica. Todo hubiera sido mejor que esa solución fácil y desafortunada.
Me encantaría que quienes lean este artículo dejen su opinión acerca de este tema, tanto si es a favor como en contra de la solución adoptada.
Si quieres leer el artículo anterior sobre este mismo tema, «Sobre cabras y cabrones«, un artículo escrito en caliente, pincha en el enlace.
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