Por Joan Lluís Ferrer, diariodeibiza.es
La tortuga boba (Caretta caretta) ha existido desde siempre en aguas de las Pitiusas. Hasta principios del siglo XX ponía también sus huevos en las playas de Ibiza y Formentera, pero eso terminó antes incluso de la llegada del turismo. Desde entonces, los ejemplares que hay en las Pitiusas vienen de otras partes del mundo, pero no han nacido aquí. Ahora, casi un siglo después, los científicos han empezado a detectar «intentos de puesta» por parte de esta especie, lo que supondría un cambio en el comportamiento de la tortuga marina y podría constituir una alentadora noticia de cara a su conservación. Esta novedosa situación se produce también en otras zonas del Mediterráneo occidental.
Un estudio que acaba de publicar el Instituto Español de Oceanografía (IEO) pone de manifiesto que, por alguna razón que se desconoce, la Caretta caretta está siendo vista intentando desovar (y haciéndolo realmente, en algunos casos) en playas donde antes no lo hacía. El primer caso se documentó en 2001 en Almería, el siguiente se detectó en 2006 también en la Península y desde entonces, cada año se comprueba algún caso en esta parte del Mediterráneo. Hace dos años, en el verano de 2015 una tortuga marina intentó desovar en la playa de Santa Eulària, pero la multitud de personas que molestaban al animal le impidió cumplir su objetivo. Un año antes, en la playa de Migjorn de Formentera se produjo otro caso. Como las puestas se producen durante la noche, podría haber más casos que han pasado inadvertidos.
«El Mar Balear tiene una de las concentraciones más importantes de tortuga boba del Mediterráneo, y siempre ha sido así, pero son ejemplares juveniles. Ahora las que estarían llegando son adultos», con capacidad para reproducirse, explica el autor del trabajo, José Carlos Báez, investigador del IEO.
Desde Florida a Ibiza
«Las tortugas marinas tienen tendencia a poner sus huevos en la misma playa donde nacieron», por muy lejos que ésta esté, añade Báez, quien afirma que las principales zonas de desove del Mediterráneo son Grecia, Turquía y Chipre, es decir, el Mediterráneo oriental. El cambio climático es una de las posibles explicaciones que da Báez al desove en lugares nuevos. Ello sería así porque las temperaturas altas perjudican la puesta, ya que en esa situación suelen poner huevos de un único sexo, y ello compromete la reproducción de la especie. El Mediterráneo occidental, en cambio, es más fresco que el oriental, recuerda Báez en declaraciones a este diario.
Pero, como afirman tanto el autor del estudio como el biólogo Manu San Félix, las tortugas marinas de las Pitiusas proceden fundamentalmente de nada menos que Florida, en Estados Unidos. Nacen en las costas de aquella península norteamericana y, ayudadas por las corrientes del Golfo de México, recorren miles de kilómetros hasta llegar al continente europeo. Penetran en el Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar y permanecerán alimentándose en zonas como el Mar de Alborán o las Pitiüses. Junto a las tortugas americanas, existen también ejemplares nacidos en el Mediterráneo (en su parte oriental), pero estas últimas son menos frecuentes en las Pitiüses que las atlánticas.
«Los ejemplares que hay en Menorca y el norte de Mallorca son mayoritariamente mediterráneas, mientas que las de las Pitiüses y Cabrera son atlánticas», señala Báez, quien recuerda que para establecer la procedencia de cada quelonio se han efectuado análisis de sangre.
Así lo corrobora Manu San Félix, autor de dichos análisis, quien precisa que «el 80% de las tortugas marinas de Ibiza proceden de Florida». Este es el resultado de la toma de muestras a 90 ejemplares capturados en el mar pitiuso y que luego fueron analizadas por la Universitat de Barcelona.
«Eventos de anidación similares han sido observados recientemente en otras partes del mundo, por lo que cabría preguntarse si estamos presenciando un cambio en el comportamiento migratorio de las tortugas», señala el investigador del Instituto Español de Oceanografía.
Manu San Félix advierte, sin embargo, de que esa gran corriente que trae a Balears las tortugas de Florida, la del Golfo de México, está debilitándose en los últimos años, como consecuencia otra vez del cambio climático, que está alterando el medio ambiente global de la Tierra. «Si se ralentiza esa corriente, puede frenarse la llegada de ejemplares a nuestras cosas», señala San Félix.
La situación de esta emblemática especie, por tanto, oscila entre la esperanza y el pesimismo, pues si las tentativas de puesta en las playas pitiusas parecen un síntoma de recuperación, al mismo tiempo este hecho puede deberse a un factor globalmente negativo, como es el cambio climático.
La tortuga boba continúa incluida en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con la categoría de vulnerable.
Cortesía de Diario de Ibiza
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